A Fede, con tan solo ocho años, le tocó ejercer de padre de una familia formada por una madre un tanto desvalida, un hermano con una ligera discapacidad provocada por una deshidratación al nacer y una hermana que, viendo el carácter blando y resignado de su madre, adoptó este rol.
Su padre, panadero de profesión, un mal día empezó con dolores de espalda que, lógicamente, achacaba a su trabajo pero que resultó ser un cáncer que se lo llevó en apenas un par de meses.
Por si fuera poco, su hermano discapacitado sufrió abusos por parte de un depravado durante las fiestas del pueblo, siendo Fede testigo directo de los hechos.
Cuando ingenuamente le contó a su madre lo que había visto y escuchado, ésta lo cogió en volandas de la mano y se lo llevó corriendo al cuartel de la Guardia Civil a declarar cosas que, a todas luces, eran impropias para un niño de su corta edad.
Pero todo aquello a Fede le hizo crecer. Pegó un estirón en todos los sentidos. Todo lo que tenía de guapo lo era también de espabilado y compaginaba a la perfección su afán de proteger a todos con sus estudios.
Por si fuera poco, su hermano discapacitado sufrió abusos por parte de un depravado durante las fiestas del pueblo, siendo Fede testigo directo de los hechos.
Cuando ingenuamente le contó a su madre lo que había visto y escuchado, ésta lo cogió en volandas de la mano y se lo llevó corriendo al cuartel de la Guardia Civil a declarar cosas que, a todas luces, eran impropias para un niño de su corta edad.
Pero todo aquello a Fede le hizo crecer. Pegó un estirón en todos los sentidos. Todo lo que tenía de guapo lo era también de espabilado y compaginaba a la perfección su afán de proteger a todos con sus estudios.
Pasado un tiempo, su hermana se casó y también fue madre de una preciosa niña con quien Fede se volcó; no en balde era su primera sobrina y sentía por ella verdadera adoración.
La cuidaba siempre que hacía falta ya que su madre (abuela de la niña) andaba siempre por la iglesia del barrio donde escuchaba misa, leía y rezaba por todos, colaboraba en las ofrendas y hablaba con las monjitas de clausura que allí se encontraban congregadas detrás de unas rejas.
La cuidaba siempre que hacía falta ya que su madre (abuela de la niña) andaba siempre por la iglesia del barrio donde escuchaba misa, leía y rezaba por todos, colaboraba en las ofrendas y hablaba con las monjitas de clausura que allí se encontraban congregadas detrás de unas rejas.
La pobre mujer, por quien verdaderamente sentía auténtico pesar era por su hijo mayor, el de la discapacidad, logrando que ésta se le reconociera oficialmente a base de subirse a muchos autobuses y rellenar toda clase de papeles ininteligibles para ella. Por otra parte, consiguió también que el niño no quedara quieto en casa. Tanto fue así que, con el tiempo, en unos talleres de agricultura para niños con el mismo problema que el suyo, el chaval conocíó a una chiquilla de la que empezó a ser su novio.
Y mientras Fede velaba por todos: por su madre (que siempre estaba en la iglesia), por su hermano (que siempre estaba con su novia), por su sobrina (ya que su hermana siempre estaba trabajando).
Era ejemplar la dedicación que un niño de su edad ejercía sobre todo y todos. Sus ambiciones tampoco eran cortas pues se propuso estudiar Medicina cuando fuera mayor a fin de poder curar enfermedades como la que le arrebató a su padre.
Pero con el tiempo empezó a faltar a clase. Alegaba que tenía que cuidar de su sobrina o acompañar a su madre a algún lugar. Después de muchas pesquisas todo apuntaba a que padecía bullying en el colegio. Sus notas empezaron a bajar y estaba siempre irascible.
Hoy su madre ha recibido una nota de la tutora: en el colegio se ha descubierto que es él quien lo ejerce sobre otros niños, que ha sido visto hurgando en mochilas ajenas en la hora del patio y, por si fuera poco, también ha sido denunciado por un vecino que vio desde su ventana cómo rayaba su coche junto con otro chaval.
Nadie de los que le conocen da crédito ya que su conducta siempre ha sido impecable. Todos le preguntan pero su hermetismo al respecto ha sido absoluto hasta que Ana, la psicopedagoga del centro en el que estudia, ha logrado sonsacarle esto: si siendo buena persona todo a su alrededor anda mal, cree que actuando a lo loco y sin escrúpulos, igual ruedan mejor las cosas. Su mentalidad de niño no alcanza a verlo de otra forma.
Con buen criterio, la terapeuta dice que necesita descargar las "piedras" de la pesada mochila que carga en sus espaldas y que está arrojando sin más y por doquier, y a su vez precisa llenarla de mimos, risas, amigos, juegos y, por supuesto cariño por parte de los que le quieren pero que, inmersos en sus problemas diarios, prescinden de hacérselo saber.
Y es que mostrar amor a un niño debiera ser tan importante como saciar el hambre o las ganas de dormir.
Pero con el tiempo empezó a faltar a clase. Alegaba que tenía que cuidar de su sobrina o acompañar a su madre a algún lugar. Después de muchas pesquisas todo apuntaba a que padecía bullying en el colegio. Sus notas empezaron a bajar y estaba siempre irascible.
Hoy su madre ha recibido una nota de la tutora: en el colegio se ha descubierto que es él quien lo ejerce sobre otros niños, que ha sido visto hurgando en mochilas ajenas en la hora del patio y, por si fuera poco, también ha sido denunciado por un vecino que vio desde su ventana cómo rayaba su coche junto con otro chaval.
Nadie de los que le conocen da crédito ya que su conducta siempre ha sido impecable. Todos le preguntan pero su hermetismo al respecto ha sido absoluto hasta que Ana, la psicopedagoga del centro en el que estudia, ha logrado sonsacarle esto: si siendo buena persona todo a su alrededor anda mal, cree que actuando a lo loco y sin escrúpulos, igual ruedan mejor las cosas. Su mentalidad de niño no alcanza a verlo de otra forma.
Con buen criterio, la terapeuta dice que necesita descargar las "piedras" de la pesada mochila que carga en sus espaldas y que está arrojando sin más y por doquier, y a su vez precisa llenarla de mimos, risas, amigos, juegos y, por supuesto cariño por parte de los que le quieren pero que, inmersos en sus problemas diarios, prescinden de hacérselo saber.
Y es que mostrar amor a un niño debiera ser tan importante como saciar el hambre o las ganas de dormir.
Lo único importante en realidad. Un relato muy conmovedor, Chelo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Marta. Efectivamente, hay una frase que dice "la mujer y al niño, donde hay cariño", aunque yo creo que es necesario, en mayor o menor medida para todo el mundo.
EliminarUn beso
Un niño tan pequeño con tanta responsabilidad a sus espaldas no le han dejado crecer. A veces los comportamientos son fruto de la rebeldía. Un relato que mueve a la meditación. ¡Suerte en el concurso! Un abrazo.
ResponderEliminarEstá bien que saques a colación esa palabra, Mamen: "rebeldía". Muchos comportamientos infantiles y/o juveniles son fruto de la misma.
EliminarGracias por tus deseos.
Un beso
Hola! Que relato tan interesante. La verdad es que no solo se es como es por uno mismo, si no que todo lo que te rodea hace que seas como eres.
ResponderEliminarUn saludo!
Efectivamente, uno es cómo es pero las circunstancias que le rodean influyen y mucho.
EliminarGracias por tu comentario, Bea.
Un beso.
Gracias, Chelo, por participar con este relato en El Tintero de Oro. Un abrazo y suerte!
ResponderEliminarGracias a ti, una vez más, por la oportunidad que nos ofreces de participar en "tu" concurso.
EliminarUn abrazo, David.
Me ha llenado sobre todo el final, ya que es cierto, un niño necesita eso cariño y llenar su vida de lo que es normal en un niño, cariño, comprensión, juegos. Si se deja como en tú relato que un niño no tenga una vida de niño entonces acabara sucediendo lo que al protagonista de tú relato.
ResponderEliminarMuchísima suerte Chelo porque me ha gustado mucho.
Besos
Ay, gracias, Tere. Me alegra mucho que te haya gustado. Así es, hay que dejar que los niños sean niños y crezcan como tales en el puro sentido de la palabra.
EliminarUn beso enorme.
Una bella y triste historia que se me antoja real o inspirada en hechos reales.
ResponderEliminarEn casi todas las familias desestructuradas, bien por problemas económicos, psicológicos o morales, hay quien lo paga caro y siempre es el más desvalido, el menor a quien nadie presta la atención merecida y necesaria. Un niño como Fede tiene un aguante limitado y llega un momento en que tiene que librarse de esa pesada carga que le supone hacer de cabeza de familia.
Espero que tengas suerte en el concurso.
Un abrazo, Chelo.
En el trabajo veo muchas cosas, además de documentos académicos, Josep Mª, y eso ayuda a montar historias, ciertamente.
EliminarCargar a un niño de tan corta edad con tanto peso, es de cajón que no puede acabar bien. Y ¿sabes qué suele pasar? Que son los niños más buenos los que suelen hacerse cargo de pesos de esas dimensiones, casi siempre por la "debida" obediencia que profesan a sus mayores.
Muchas gracias por desearme suerte, ¡lo mismo te digo!
Un abrazo.
Aunque resulta triste, es una bella historia.
ResponderEliminarEl alimento más importante para un niño es el amor, amor absoluto (eso no quiere decir malcriarlo.
Besos
Qué bonito lo has dicho, Julia. Lo repito: el alimento más importante para un niño es el amor, eso es.
EliminarGracias por tu comentario.
Un abrazo.
Pobre Fede, es que le cayeron todas encima. Y lo malo es que esta historia que imagino ficticia, no lo es en absoluto para un montón de niños que se ven obligados a asumir unas responsabilidades inadecuadas para su edad. Por contra, hay otros tan sobreprotegidos que están medio atontados y no siempre son buenos. En un instituto se ven muchas cosas (como bien sabes), menos mal que la mayoría son bastante prometedores.
ResponderEliminarMuy buen relato.
Un beso.
Bien entendido, Rosa. Así es, no todo es ficticio ni todo es real, pero como bien sabes, en un instituto vemos de todo, sobre todo en familias que a simple vista no parecen desestructuradas.
EliminarAfortunadamente, son más menos que más.
Agradezco mucho tus palabras sobre el relato.
Un beso muy fuerte.
Una vida muy dura! El pobrecillo ha tenido que soportar de todo, lo que más falta le haría es un psicólogo para canalizar las emociones y los traumas y poder superarlos de la mejor manera posible.
ResponderEliminarEn la infancia se retiene toda la información y esto determina los traumas de la edad adulta.
Tienes razón, a todos los niños se les debería dar la felicidad como algo vital y necesario!!
Es una pena que alguien inocente deba llevar tanto peso a sus espaldas!!
Muy buen relato guapa!! Un besito grandeee!!
Cuánta empatía demuestras tener, María. Cierto, en la infancia se cuece mucho de lo que somos al llegar a adultos, por eso es tan importante recibir cariño y que sean estos quienes asuman las responsabilidades que les corresponden.
EliminarGracias por tus palabras, bonica.
Un beso gigante
Se cansó de ser el bueno. U beso.
ResponderEliminarQuizás tengas toda la razón en lo que dices, Susana. Siendo niño puede que pensara eso.
EliminarUn beso.
Una conmovedora historia la de Fede, no me imaginaba ni en sueños esta sorpresa que nos tienes reservada al final. En su mente de niño bueno, sencillo, trabajador, algo en algún momento se torció. Un abrazo literario.
ResponderEliminarBienvenida, Tertulia de Escritores. No recuerdo haberte leído anteriormente. Sepas que estás en tu casa.
EliminarEfectivamente, hay un punto de inflexión, un clic que hace que todo pase de estar controlado al desorden absoluto. Ahí es dónde supongo que tiene tarea la terapeuta.
Otro abrazo literario.
Es comprensible que se comporte como lo hace finalmente. Sería lo normal en un niño. Si fuera perfecto en todo sería muy irreal y alguien fuera de este mundo. Un relato para reflexionar y sentir.
ResponderEliminarUn beso, Chelo.
Yo también lo veo como tú, Ángeles. Hasta en cosas menos serias me encuentro muchas veces (-más de las que a la gente le gusta escuchar-) diciendo "pero si es un niño...".
EliminarLa perfección no existe ni en los niños ni en los adultos, cada cual tiene lo suyo.
Un beso muy fuerte.
Hola, Chelo
ResponderEliminarUna linda y emotiva historia a la vez. Pobre Fede, el abuso emocional en su tierna edad lo lleva a esa actitud que perpetúa y justifica con la violencia. Al niño que se le priva el derecho a una infancia feliz, segura y protegida, a medida que crece florece en él la delincuencia. Suerte en el concurso!
Saludo
Muchísimas gracias por tus palabras, Yessy. Las cosas que no ruedan bien desde la infancia, suelen traer problemas en otras etapas de la vida, especialmente en la adolescencia (fase de rebeldía por antonomasia).
EliminarYo también te deseo mucha suerte en el concurso.
Un beso.
¡Hola Chelo!
ResponderEliminarQué historia tan emotiva y real nos has contado, un relato con muchas lecturas y muchos matices. A veces la vida lo pone difícil para poder ser feliz, las circunstancias mandan y arrastran como las aguas de un río... pero el final me ha gustado mucho con los consejos tan buenos de la terapeuta y el cariño que destilan las palabras, me encanta!
Un abrazo grande Chelo y feliz semana amiga.
Tienes razón, hay gente que lo tiene verdaderamente difícil (lo de ser feliz), pero siempre se puede echar mano de alguien experto, como es en este caso la terapeuta que, al menos, da pautas a seguir que seguramente serán de mucha ayuda, tanto al niño como a su familia.
EliminarGracias por tu comentario, querida Xus.
¡Un beso enorme!
Muy bonito, Chelo. Cuánta razón: llenar la mochila de cada niño de amor, pero sin confundirlo con el capricho materialista y sin privarle de la frustración y de cometer errores. Yo creo que una infancia feliz ayuda mucho una vez llegas a la edad adulta, deja un remanente que sirve para toda la vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me alegra mucho que te parezca bonito, de verdad que sí.
EliminarPor supuesto, dar amor a un niño no es darle toooodo lo que desee, bien lo sabrás como padre.
He visto, por ejemplo, niños con móviles de última generación (regalados por sus padres) y que son presuntos delincuentes en potencia, tal cual lo lees. Algo falla, ¿no crees? Lo digo a propósito de lo que llamas "capricho materialista" que muchos tienen.
Gracias por la aportación que haces con tu comentario.
Un beso
Fede asumió demasiadas responsabilidades para su corta edad,
ResponderEliminarera lógico que en algún momento explotara. Como dices, todo niño merece amor y cuidado, ¡Cuánta razón llevas!
Besos, Chelo
Así lo vemos casi todos, Myriam. Todo lo que no se cuida se acaba estropeando. Los niños no son una excepción...
EliminarMuchos besos, viajera ;-)
Hola, Chelo.
ResponderEliminarQué tristeza que algunos niños tengan que vivir esto. En general, cuando un niño tiene una actitud problemática su origen está en la familia y casi siempre relacionado con la falta de atención, límites y amor.
Hola compañera "gatuna" ;-)
EliminarSí, las raíces siempre hay que buscarlas en la familia, no hace falta ir mucho más lejos.
Me parece muy acertada la matización que haces de falta de "límites" pues muchos niños carecen de ellos.
Un beso y gracias por tu comentario.
Hola, Chelo. Has escrito un relato lleno de sensibilidad, amiga, y que va evolucionando con suavidad hasta llegar a esa sorpresa relativa de los penúltimos párrafos, antes de cerrarse el círculo en los dos últimos con justicia tanto en la resolución en boca de la terapeuta, como en el alegato final del narrador. Enhorabuena por tan bello y reivindicativo texto.
ResponderEliminarTe deseo mucha suerte en el "Tintero".
Un abrazo.
Me encanta tu forma de ver mi relato, gracias mil, amigo Patxi.
EliminarTe cuento: efectivamente pretendía crear sorpresa al decir que era el propio Fede el que ejercía bullying y no el que lo padecía, y sí, pretendía reivindicar en cierto modo el derecho del niño "a ser niño" con todo lo que ello supone.
Agradezco también que me desees suerte. La misma te deseo.
Un abrazo.
Emotivo relato Chelo con una historia que por desgracia puede darse, demasiados niños arrastran pesadas cargas que no les tocan por su edad y es que el niño que había asumido la tarea de cuidar de todos no era cuidado por nadie. Qué penita aunque el final de tu relato deja la puerta abierta a la esperanza con esa terapeuta que confía en todo lo bueno que hay en ese niño y es que todos necesitamos que crean en nosotros, nos mimen, nos abracen y nos digan que nos quieren.
ResponderEliminarUn petonàs bonica i molta sort al concurs.
Efectivamente, todo ser humano tiene esa necesidad de ser creído y querido. Cuando un niño tiene problemas casi siempre hay otros problemas más graves detrás, bien lo sabrás tú.
EliminarPero cuando se tiene buen fondo no es difícil reconducir situaciones. Basta tomar conciencia de ellas y, sobre todo, tener voluntad de restablecer la normalidad en la vida del niño, dejando que lo sea.
¡Moltes gràcies, princesa, pel desitg!
Un beset molt fort.
¡Hola Chelo! me encantó tu cuento. Sensibilidad y ternura a flor de piel..yo que soy de niños, por ser docente, adoro a Fede. Un abrazo y felicitaciones. La fotito y la frase muy bonitas.
ResponderEliminarAy cuánto te agradezco que repares en esas cosas, Mirta. ¿Te digo algo? Yo también adoro a Fede.
EliminarSi eres docente sabes bien de qué hablo y de que la vida no se lo pone fácil a muchos niños.
Muchas gracias por tus palabras y un beso muy fuerte.
Bonito y emotivo relato, Fede. Es un pena que los niños tengan que asumir cosas que no le corresponden. Fantástico cierre con la frase del final: "Y es que mostrar amor a un niño debiera ser tan importante como saciar el hambre o las ganas de dormir". Suerte en el concurso y un abrazo.
ResponderEliminarhttps://pilargonzalezescritora.com
Muchas gracias por considerar así el cierre del relato.
EliminarCiertamente, hay muchas situaciones penosas y, por poca empatía que una persona tenga, llegan a arañarte el alma. Por eso hay que echar un cable siempre que se pueda.
Muchas gracias, Pilar. Yo también te deseo mucha suerte.
Un beso.
Un cuento puede ser llegar a la realidad misma, puede descubrir que hay ventanas abiertas en muchas personas por se buenas, por ser tímidas, por ser gordas, por ser negro, por ser... diferente. También hay niños que maduran demasiado rápido y se perdieron el tiempo de los sueños. Un bonito relato. Un beso Chelo.
ResponderEliminarMe satisface mucho que te parezca bonito, Eme, ¡gracias!
EliminarTiene mucho que ver el carácter del niño, claro que sí, además de otras circunstancias ajenas al mismo como puede ser su entorno.
Madurar rápido no siempre es sinónimo de crecer de forma sana emocionalmente.
Un beso muy fuerte, solete.
Por desgracia, muchos niños pierden su infancia antes de tiempo, lo cual es terrible. De hecho, lo que nos ocurre de pequeños va a marcarnos para siempre como adultos. Por ello, es tan necesario educar y dar amor.
ResponderEliminarUn beso.
Marca y mucho todo lo que nos sucede desde niños y mientras crecemos. Los saltos en todas las fases que, en la teoría, deben darse no conducen a una formación adecuada y completa de las personas, ni mucho menos. De ahí la importancia de una correcta educación, que no considero fácil tampoco.
EliminarUn beso y gracias por tus palabras, Sofía.
Hola Chelo,
ResponderEliminarLa mente del maltratador maltratado. Y en consecuencia, el porqué. No solo es la otra cara de la moneda, porque siempre pensamos que el que hiere, siempre lo ha hecho, siempre está a la merced de hacer daño a los demás, nunca pensamos en cómo fueron inicialmente. Me ha gustado mucho, buen trabajo, no le veo ningún fallo, es más, creo que está bordado.
Un gran saludo!!
¡Hola Keren! Yo siempre pienso eso, que detrás de un daño, algo hay detrás. El daño por el simple hecho de hacer daño (valga la redundancia) solo se da en determinados individuos y no es éste el caso.
EliminarAquí no se repara, es simplemente falta de atención a un menor que no puede cargar con todo.
Y muchas gracias, bonita. Que me digas que no ves fallos y demás, me hincha como un globo ;-)
¡Un beso muy fuerte!
Cuando un niño deja de ser un niño por culpa de las circunstancias y por los adultos que le rodean, tarde o temprano deja traslucir las consecuencias.
ResponderEliminarMuchas veces vemos como algo positivo que un niño sea maduro antes de tiempo y no es así. Los niños deben vivir la niñez, ser mayores ya les tocará cuando crezcan.
Buen relato, compañera.
Un beso.
Mientras te leía me venía a la cabeza esa frase que dice "no crezcas, es una trampa" y, ¡cuántas veces hubiéramos querido que no crezcan hijos, sobrinos, etc!
EliminarPrecisamente por lo que dices, a lo que añado que de igual forma que un adulto no puede comportarse como un niño, éste no puede ser adulto antes de tiempo ni llegar a tener la madurez de un mayor.
Muchas gracias por tu elogio, compañera mía.
Un besazo
Un relato precioso y con una enseñanza que nos pilla de sorpresa, igual que el giro final de tu relato, querida Chelo. Confieso que me has sorprendido, y mucho, y que me has hecho pensar.
ResponderEliminarLa mentalidad de los niños es peculiar, ellos no piensan como los adultos, y el pobre Fede, que desde muy pequeño había sido la responsabilidad en persona, al fin se rompe ante sus propias necesidades: ¡necesita ser un niño, que cuiden de él y que le quieran! Realmente la madurez antes de tiempo es algo que no puede ser gestionado por una criatura tan pequeña.
Me ha encantado, sobre todo porque está escrito desde un inmenso cariño, o así lo percibo yo.
¡Un besito gigante y mucha suerte en el concurso, Chelo!
Era mi objetivo: que sorprendiera la actitud de Fede, consecuencia de todas esas responsabilidades que conté.
EliminarNo te equivocas, Julita. Además de que has dicho una verdad como un templo (los niños no piensan como los adultos), lo escribí con una mezcla de cariño y tristeza por esas personitas que, teniendo buen corazón, se acaban rompiendo por culpa o descuido de los que debieran protegerles, y a los que, efectivamente se les tendría que dar un toque de atención.
Afortunadamente en los centros educativos te puedo asegurar que esas situaciones no pasan inadvertidas, ni por los compañeros, ni por los tutores ni por los orientadores, y se intenta siempre siempre, buscar una solución que casi siempre pasa por hablar con las familias.
¡Muchísimsas gracias por tu comentario y por desearme suerte! Lo mismo te digo.
Un besazo giganteee
Una vida demasiado dura para un crío tan pequeño, Chelo, demasiadas responsabilidades para una conciencia sin formar todavía, por lo que es lógico el desenlace... a ver si sirve de algo y se enderezan las cosas, o el pobrecillo ha de seguir sufriendo lo suyo. Ejemplificador relato, para reflexionar, desde luego...
ResponderEliminarUn abrazo, guapa, y feliz fin de semana :)
Yo soy de las que piensan que casi todo se puede enderezar (y me equivoco muchísimas veces, también te lo digo, Eva). Así que confío en que la actitud de Fede va a reconducirse y así no cabrá en su vida más sufrimiento del necesario.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, cielo.
Un besazo.
Me encanto tu cuento, entristece saber que sucede en muchas historias
ResponderEliminarLos niños tienen que hacerse cargo de los adultos y el final----solo con amor se puede cambiar .
Ana María Caillet Bois
Qué bonito, Ana María. Me quedo con eso: solo con amor se puede cambiar.
EliminarAgradezco mucho tu comentario y te mando un beso muy fuerte.
Los niños tienen que ser eso, niños. Las circunstancias nos pueden hacer madurar antes o después, pero hay cosas que todos tendríamos que disfrutar durante toda la vida y más que nunca, durante la infancia.
ResponderEliminarUn abrazo
Ese es el tiempo verbal adecuado: "tendríamos", efectivamente, que disfrutar la infancia.
EliminarNo siempre los niños que maduran antes de tiempo son felices.
Gracias por tu comentario y suerte en el concurso, David.
Un beso
Qué penita, el pobre Fede. A veces no nos damos cuenta de lo difícil que lo tienen algunos niños.
ResponderEliminarBonito cuento, Chelo.
Suerte en el tintero.
Un abrazo.
Esa es la reinvindicación que lleva implícita el relato: que nos demos cuenta los adultos de que no todos los niños tienen una infancia feliz.
EliminarGracias, Jean Ives, yo también te deseo mucha suerte.
Un beso
Uf, qué duro, pero muy bonito, me ha encantado.
ResponderEliminarBesos.
Gracias, querida Gema, por tu comentario.
EliminarSí, es duro pero real.
Besos (espero que todo te vaya OK).
Hola Chelo: el botón de pánico, hay que tocarlo ya, avisar que estas cosas pasan y que todo o casi todo tiene su explicación. El relato transcurre y la angustia crece y ese desenlace suena a explicación. Todo lo resume la imagen que has colocado al final del texto: sin dudas, hay mucho que cuidar!!!! Buena suerte en el Tintero, y un fuerte abrazo.
ResponderEliminarQué gráfico lo expones, Vivian, hablando del botón de pánico, equivalente a la voz de alarma que, sin duda, hay que escuchar y atender.
EliminarHay que cuidar, sí, pero hay tantas maneras de "creer que uno cuida" que también es necesario que el niño se sienta cuidadado efectivamente.
Muchas gracias y mucha suerte para ti también, compañera.
Un abrazo
Una triste historia que, por desgracia, es más real de lo que creemos. Mucha suerte en el Tintero, Chelo.
ResponderEliminarHay muchos niños con historias tristes detrás, Beatriz, muchos...
EliminarCuando uno las conoce no puede (ni debe) hacer la vista gorda.
Muchas gracias por tus palabras, y también mucha suerte en el concurso.
Un beso
Tanto dar sin recibir nada a cambio llegó a cansar a Fede, es que todos necesitamos amor y más si se es un niño, un relato muy triste Chelo.
ResponderEliminarBesos de Espíritu sin Nombre.
Mil gracias por tu comentario, Conchi. Así es, y los niños más para llegar a ser adultos buenos, en el sentido literal de la palabra.
EliminarBesos
Un relato a modo de informe profesional detallado y con moraleja. Cumple el objetivo que te debes haber propuesto. Que los puntos te sean propicios
ResponderEliminarEs muy interesante tu forma de verlo, como un informe que se hace de un niño y en el que se evalúa su conducta.
EliminarGracias, Don. Lo mismo te digo.
Un beso.
No puede ser más trágica la historia, todas las desgracias se le acumulan a Fede. No puede más con la carga que l tocaba a otros, normal que, al final, se rebele.
ResponderEliminarSuerte en Tintero Chelo.
Es lo que se llama "a perro flaco todo son pulgas".
EliminarGracias por tu comentario, Isabel.
También te deseo mucha suerte.
¡Un beso!
Precioso Chelo, qué bonito lo has contado. Pobre Fede, "un adulto pequeñito" que se ha impuesto un nivel de exigencia muy alto consigo mismo y esto siempre trae consecuencias.
ResponderEliminarTe deseo mucha suerte en el Tintero, seguro la tendrás con este precioso relato.
Abrazos.
Eso es, o se ha impuesto él ese nivel de exigencia o se lo han impuesto los demás sin ser conscientes de lo que ello podía desencadenar.
EliminarMuchas gracias, Mer. Te deseo también mucha suerte en el concurso.
Un beso.
Conmovedor relato,Chelo. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, Ana.
EliminarUn abrazo
Hola querida Chelo.
ResponderEliminarEscogí al azar este escrito para leer, créeme, aparte de conmoverme lo he sentido real. He visionado a un niño que ha tenido que dejar de serlo para ocuparse de los mayores que, son más pequeños que él.
Su mente infantil no sabe aún digerir lo que se ha propuesto construir; una familia feliz y sin problemas, pasó, que dio su inocencia, su amor, entrega y pasión. Recibiendo justo lo que se cargó en sus aún no crecidas ni maduras espaldas.
Hermoso como has descrito en poco espacio una vida entera, Chelo.
Felicidades.
Un besazo, guapa.
¡Qué alegría verte, querida Mila!
EliminarEfectivamente. Un niño tiene que pasar por todas las etapas. Fede se saltó muchas y eso le provocó esa conducta disruptiva, pero con ayuda y su buen fondo seguro que consigue reconducirla por buen camino.
Tu comentario es muy halagador.
¡Muchas gracias, solete!
Y hasta pronto.
Un beso enorme
Hay niños que nunca pudieron disfrutar de su niñez. A Fede le pasa y se revela por ello.
ResponderEliminarBesos.
Cierto, Rafaela. Con lo bonita que debería ser la niñez de absolutamente todas las personas.
EliminarLas circunstancias le llevaron por mal camino y no pudo disfrutar la suya.
Un beso y me quedo muy agradecida por tu comentario.
Bonito y conmovedor relato, Chelo. Es cierto que un niño necesita amor para poder luego devolverlo; si no es así, puede ocurrir lo que le pasa a Fede que a pesar de ser una buena persona piensa que siendo malo recibirá al menos algo de atención, algo de lo que ahora carece.
ResponderEliminarUn beso, amiga
¡Hola Juan Carlos! Gracias por venir y comentar.
EliminarSí, es lo que les pasa a muchos niños: que creen que portándose mal al menos llamarán la atención y se les hará caso. El problema no es tanto de ellos sino de los adultos que no les prestan la que necesitan y el amor que les hace falta.
Un beso muy fuerte y feliz domingo.
Que bonito y reflexivo post Chelo, tenemos tanto que aprender!
ResponderEliminarun abrazo!
Efectivamente, Soñadora. Todos los días hay coas que nos sorprenden.
EliminarUn abrazo.