28/10/2017

"La modista"


Película protagonizada por Kate Winslet (que encarna a Tilly Dunnage), Judy Davis (su madre en la película, Milly Dunnage), Liam Hemsworth (Teddy McSwiney) y Hugo Weavingel que realiza la interpretación más extraña de esta historia, el sargento Farrat.
Rodada en Australia, la acción transcurre en los años 50 en la pequeña localidad de Dungatar.

Dirigida por Jocelyn Moorhouse (quien asegura que Kate Winslet fue su primera opción para el papel protagonista), siempre imaginó a ese personaje "como un cruce entre Kim Novak, Bette Davis y Lauren Bacall, una femme fatale con un gran corazón" en palabras suyas.

Nos encontramos, pues, ante una alocada historia que arranca como un western, donde vemos a Tilly llegando al pueblo y diciendo entre dientes: "He vuelto bastardos", presentándose como una diseñadora de alta costura, alumna de los mejores diseñadores como Dior o Balenciaga (por cierto, que nadie crea que se trata de una película 'solo para mujeres').
Después de trabajar en los talleres de Milán, Londres y París vuelve para vengar un asunto del pasado en el que se vio directamente implicada (hasta el punto de causarle un trauma infantil), ocasionando su llegada un revuelo entre sus pueblerinos vecinos quienes desean a toda costa salvar las apariencias, pasando de "tener un aspecto pálido y teñido con tonos té a parecer que desfilan por una alfombra roja. Es realmente espectacular", como cuenta Kate Winslet sobre su personaje, que sabe cómo vengarse de ellos en una historia que va dando saltos de la comedia a la tragedia, con imágenes surrealistas y algunas, en concreto, realmente sobrecogedoras. 
He de confesar que lo que más me ha gustado es, a la hora de buscar información sobre la película, lo que induce a la Directora a crear una de este estilo, así como algunas de sus opiniones sobre el resultado. 

En realidad se trata de una adaptación de la novela homónima de Rosalie Ham, que tenía los trajes en mente cuando escribió el libro en el que se basó la película, afirmando: "La idea de la ropa como disfraz, como algo que sirve para tapar los defectos del cuerpo, era algo que quería explorar, pero, en este caso, acentúa los defectos de la gente, sentimientos como la vanidad o los celos".

Margot Wilson es la directora de vestuario de Tilly y, según afirmó en su día, quiso contar con la colaboración de la actriz, a quien le dibujó los trajes, para después retocarlos juntas. 

Tilly
En una escena impactante desde el punto de vista estético, "Tilly se presenta en un partido de fútbol local, empujando la silla de ruedas de su madre, Molly -apodada en el pueblo 'la loca’, vistiendo un traje rojo ceñido, espectacular, además de unos maravillosos zapatos rojos de tacón alto. Cigarrillo, boquilla, gafas oscuras, en una palabra, todos los complementos. Así es como hace su aparición", añade.

Según ella, el vestido estaba hecho para impactar y estaba elaborado con una tela roja, una seda muaré, que Jocelyn (la directora) compró en Milán hacía más de 20 años y que nunca supo cuándo iba a usar.

"Durante la preproducción, Kate y yo estudiamos mucho la edad de oro de la costura de los 50, y en particular el trabajo de, además de Christian Dior o Balenciaga, Chanel y Vionnet. Nuestras diseñadoras, Marion Boyce y Margot Wilson -que confeccionaron más de 350 trajes- compartieron nuestro entusiasmo", afirma .

Subraya también que para ella la moda es "un arte, un juego", pero también "un arma" al servicio de las personas. 
"Tener un vestido diseñado en exclusiva para ti puede hacerte sentir más confiada y bella. En la película quería subrayar ese poder de transformación que una modista puede aportar a su cliente", explica.
Molly y Tilly

Los puntos fuertes de a película son, por una parte, la relación que se establece entre Tilly y su madre, distante en un principio y cómplice más tarde.

Y, por otra parte, la historia de amor, que no es (en absoluto) el núcleo de la película, entre Tilly Teddy.
Frases que destaco:

Tilly y Teddy
-"Murió intentando demostrar que su amor por ella era superior a vuestro odio. Cualquiera moriría por ello".
-"Cuánto más nos odien, más bailaremos" (Teddy a Tilly).
-"Puedes transformar a la gente y eso te da mucho poder. Úsalo contra ellos".
-"Creías que te necesitaba, pero me necesitabas tú a mí" (Molly a Tilly).

La reflexión que hace la directora, a propósito de la película y sobre el amor, me parece muy importante y con ella termino (una que es romántica, qué se le va a hacer...):  
"El amor es un factor crucial para la paz interior de cada uno, pero no sirve de nada si no eres capaz de hallar tu propia fuerza y tu propia verdad. Creo que este es un mensaje importante a transmitir tanto para hombres como para mujeres".


18/10/2017

"La felicidad es un té contigo" de Mamen Sánchez



Mamen Sánchez, nacida en Madrid en 1971, es la autora de esta bonita historia publicada en 2013.
Además de ser escritora, Mamen se licenció en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y realizó cursos de doctorado en Historia y Literatura. Posteriormente cursó estudios en la Universidad de La Sorbona (Literatura y Civilización Francesa) y de Literatura Inglesa en las universidades de Londres y Oxford. Es directora adjunta de la revista que crearon sus abuelos: "¡Hola!" y directora también de su edición mexicana.

El libro, de tan sugerente título, tiene esta preciosa portada, de la que me gusta todo (flores, cortina, tetera, colores...):

y fue un regalo de mi querida amiga Rosa Berros, junto con este pequeño y entrañable mensaje:

La editorial que lo publicó, Espasa, hizo saber en su día que había superado los 150.000 lectores.

La historia arranca en una oficina, convertida en casi hogar para las cinco chicas que trabajan en ella gracias a la jefa, Berta Quiñones.
Son María, Asunción, Gaby y Soleá, siendo esta última (la más joven y dicharachera, gitana "de piel morena que melocotoneaba a ratos") la que acaba adquiriendo un papel relevante.
En la susodicha oficina se encuentra instalada una prestigiosa Editorial, fundadora de la revista Librarte y, ante la amenaza por parte del dueño (-un inglés de nombre Sr. Craftsman-) de cerrar ésta debido a las pérdidas que tiene, su hijo (el gentleman Atticus Craftsman) decide desplazarse a Madrid y comprobar in situ la situación por la que atraviesa.
Es entonces cuando al que se le pierde la pista es a él, puesto que Soleá lo engatusa con el cuento de que su abuela tiene en Granada un baúl con poemas inéditos de Federico García Lorca, y para allí que se lo lleva.

Atticus (que viajaba, literalmente, "con su kettle a cuestas, igual que algunas mujeres viajan con su secador de pelo", acaba introduciéndose en la familia de la joven, viendo y viviendo lo que por costumbre tiene la gitana 'granaína', todo ello sin sufrir ningún problema pese a lo diferentes que son sus respectivos idiomas y culturas.

Mientras tanto, será el inspector Manchego el que, con su particular vis cómica, se encargue de desenredar la trama, toda ella explicada con un lenguaje sencillo y salpicado de un humor fino que consigue arrancar sonrisas. 

Por su parte, los personajes aparecen tan perfectamente perfilados que uno acaba familiarizándose con ellos, empatizando con sus problemas y reconociendo en ellos a alguna persona.

Todo en su conjunto ha hecho que la lectura de esta novela me resultara sumamente agradable. Además, el libro menciona el Parque del Retiro de Madrid (por el que llega a pasear Atticus al igual como hice yo, en su día, con Rosa y otros amigos blogueros). Y por si fuera poco, en un momento dado aparece la tía de Soleá, llamada Consuelos (como una servidora, pero en plural), que es una señora que tiene poderes analgésicos hasta el punto que "ser humano que se acercaba a menos de quince centímetros del pecho de la tía Consuelos, ser humano que notaba cómo su pulso se ralentizaba".

Además de esta frase destaco, como siempre me gusta hacer, algunas otras que, por diversos motivos, me llamaron la atención:
  • "...dejó atrás los recuerdos dulces del primer amor y los sustituyó por otros de sabores varios, ácidos, picantes, sabrosos y exóticos".
  • "El alma no tiene peso (...). No tiene peso porque no es de este mundo. Como el amor o el dolor. Es el continente de todas las grandezas que hacen al ser humano parecerse un poco a Dios".
  • "...la fotocopiadora, que estaba cubierta con un mantel de ganchillo...".
  • "Allí nació su historia de amor. Con delicadeza de artista. Dos artistas. Él el pincel, ella la tinta".
  • "...se movía con la soltura de una hebra de hilo en una corriente de aire".
  • "...regresar corriendo a casa, a sus libros, en los que el verdadero amor aún era una quimera posible".
  • "Había también algunas parejas románticas, de esas que disfrutan del bullicio de la felicidad ajena para aderezar la propia".


    He podido comprobar que la autora hace un guiño a las mujeres en frases como éstas:
  • * "Duras, Lawrence, Miller, Nabokov y Sade. Cinco maneras de entender la sensualidad femenina".
    * "...por alguna confabulación del destino -que claramente es hombre- (...), y la vida -que es mujer- se le complicó".
    * "Las mujeres, al contrario que los hombres, son capaces de hablar durante horas de un problema sin tratar de encontrarle solución. Sin planear el próximo movimiento...".

Si queréis saber lo que dice Mamen Sanz de su propio libro, aquí os dejo una 'minientrevista' que se le hizo con motivo de su publicación:



Y como, ni que decir tiene que el té está muy presente en toda esta historia, aunque yo no pueda prometer felicidad...¿a alguien le apetece tomar uno?


16/10/2017

Mis "obras de arte"

Hoy vengo con ganas de enseñaros mis "obras de arte". Las llamo así por decir algo, vamos. Obras son, pero que sean "de arte" es más discutible.

pArte I


De pequeña, en el colegio me gustaba hacer trabajos manuales y en casa, forrar cajas  y cajones con papeles preciosos, así como customizar carpetas.

Lo que con más cariño conservo de esa época es este espejo que veis a la derecha, rayado por la parte trasera, de una niña sentada en su escritorio con su gato.

De joven me dio por pintar camisetas de algodón (algunas con zapatillas de lona a juego) a las que cosía lentejuelas. Hice más de medio centenar, pero no vendí ni una, a pesar de que se me propuso llevarlas a algún comercio. 
Las regalé todas. Y dos de las que me quedaron en casa son éstas:

En Bachillerato, estudiando Dibujo Técnico, hice el que os muestro abajo:
Y más recientemente tengo el hobby de bordar nombres en mantas. Casi todos los miembros de mi familia (y también algunas otras personas) tienen su manta personalizada 'made in Chelo', incluso en su día bordé una toalla y pinté un nombre (Triana) en el arrullo de bebé que veis, para la nieta de mi amiga Elo.
Mantas personalizadas
Toalla
A mi princesa Patricia le bordé el delantal que véis, y ahora mismo estoy con la manta de arriba para Llum, la hija de mi amiga Amparo.

También me encanta componer postales o felicitaciónes, en las que me gusta ir aumentando el nivel de dificultad. Alguna os sonará:
¿Veis los nombres?

Hubo una temporada que me dio por hacer broches de fieltro, que también regalé, salvo estos 4 que hice para mí, básicamente con el que me sobró de color rojo:


Añado las fotos de dos mantelerías hechas con punto de cruz, así como un conjunto de collar y pendientes hechos con bolitas de madera:

pArte II

Pero si algún "arte", caso de tenerlo, heredé de mi madre, es el de pintar cuadros al óleo. Sé que después de enseñaros los suyos (-aquí podéis ver el post que le dediqué-), los míos no os van a decir gran cosa ya que no le llego ni a la altura del betún (y orgullosa estoy de ello), pero como algunos de vosotros me lo pedisteis al comentar aquel post, he querido complaceros.

Yo aprendí a pintar con el pintor Vicente Traver Calzada. ¿Lo conocéis? hacedme un favor: poned en Google su nombre y veréis de quién estoy hablando.

Mi padre me llevó un verano, siendo muy joven, a su estudio. 
No recuerdo exactamente de qué se conocían pero como yo tenía la inquietud de pintar, me quiso obsequiar con ese encuentro. 
Vicente Traver Calzada
De esa tarde tengo grabado el momento en que Traver nos explicaba que le gustaba mucho observar las manos de las personas, y luego las tomaba como modelo para dibujarlas o pintarlas. Recuerdo que ante esta afirmación, en un gesto automático guardé las mías y ya no las mostré en ningún momento de la conversación (de niña era todavía más ilusa que ahora y pensé que me iba a coger de modelo para pintarlas).
Que me firmó un libro, con una dedicatoria muy bonita, tampoco lo olvido.

Autorretrato, en una exposición suya
Me apunté a sus clases y pronto me dí cuenta de que Traver tenía (y tiene) un estilo muy particular. Montaba escenarios (para mí muy raros) que todos los que íbamos a aprender con él, debíamos (aunque no era ningún imperativo) pintar o dibujar. 
Una vez colocó sobre una mesa un mantel rojo, sobre el que dejó un maniquí roto medio caído y una guitarra detrás. A mí, de entrada, no me gustó mucho pero como allí todos le obedecían, no quería ser yo la discípula díscola. 

El día que toda contenta llegué con el cuadro a casa, tan pronto lo mostré, empezó mi padre: "así no, gíralo que parece que esté al revés"; continuó mi madre (más entendida ella): "pues yo creo que es horizontal, que el lienzo es modelo 'paisaje' y no modelo 'figura'"; y siguieron mis hermanos, con muchas menos contemplaciones:  "uf, pero si da miedo y todo" (aún recuerdo la cara de mi hermana arrugando la nariz).

Me enfurruñé y en ese preciso momento decidí que se acabó lo de pintar lo que Traver me ordenara cuando a mí no me gustara, por lo que le dije que yo quería ir 'por libre' si era posible.   

Le pareció buena mi iniciativa, pero no fue en balde (y orgullosa también estoy de ello). Si digo esto es porque, cuando acabé mi "obra maestra" (que luego os mostraré) me confesó que me había usado de 'conejillo de indias' para usar una técnica diferente, y que estaba muy satisfecho con el resultado.

Antes os muestro dos de los cuadros a los que más cariño les tengo de mi época más naïf:
 
También hice una copia a lápiz de mi hermano, cuando tenía él cuatro años:

Ya cuando nacieron mis sobrinos me pasé a los colorines pues me parecían más adecuados para habitaciones de niñ@s.




Y la que veis abajo es la obra maestra que antes cité, La Venus de Milos, por tres motivos: su altura (mide casi dos metros), la técnica utilizada (que no deja de ser una mezcla de carboncillo, tiza y cera sobre papel de embalaje) y el hecho de haberme puesto en manos del renombrado pintor.

La Venus de Milos
Detalle de La Venus de Milos