22/11/2022

Haciendo cuentas

Una canción actual que me gusta muchísimo: "Save your tears", de The Weeknd & Ariana Grande.

 



Dos de mis últimos libros leídos: "El año del pensamiento mágico" y "Noches azules", ambos de Joan Didion.



Tres de mis manías: arrimar bien las sillas a la mesa, los olores y la pulcritud.


Cuatro letras juntas:


 Mis cinco personas favoritas: mis cinco sobrinos.

Jr/Cris/Patri/M&M

Seis, las integrantes de mi grupo de whatsapp "Traveling girls".


El siete es mi número.

 

Ocho, hora de entrar a trabajar.

 

Nueve ciudades extranjeras que he visitado: Ámsterdam, Belfast, Budapest, Cardiff, Inverness, Londres, Nueva York, Tokyo, Turín.


Belfast (IRLANDA DEL NORTE)
marzo 2016


Lago Ness (ESCOCIA)
marzo 2017


Turín (ITALIA)
abril 2018


Budapest (HUNGRÍA)
agosto 2019


Ámsterdam (HOLANDA)
diciembre 2019


Tokyo (JAPÓN)
agosto 2020


Edificio Edge en New York (EEUU)
abril 2022


Diez... ¡DIEZ AÑOS son los que cumple hoy mi Blog! 

     


Dijo Charles Kettering (inventor): "Si haces algo como hace diez años, entonces existen muchas posibilidades de que lo hagas mal". Esta frase parece que rema a mi favor en cuanto a la gestión de mi blog en los últimos tiempos...

También he leído que una mujer llamada Marina Moreno (psicóloga) lanza la pregunta: "¿Qué le dirías a tu yo de hace diez años?".  Difícil pregunta...

Más optimista y menos moralizante es lo que dice Andrés Calamaro (cantante): "Si diez años después te vuelvo a encontrar en algún lugar, no te olvides que soy distinto de aquel, pero casi igual". Sí, soy "casi" igual. Por nombrar algo diré que sigo analizando mucho las cosas (mi gran defecto de fábrica), pero es en ese "casi" donde, obviamente, se encuentra la diferencia que no todo el mundo es capaz de ver...

Finalmente, como afirma James Baldwin (novelista): "El reto está en el momento, el tiempo es siempre ahora", frase con la que no puedo estar más de acuerdo.

Empecé esta aventura el 22 de noviembre de 2012. Desde entonces han pasado 120 meses, 3650 días, 87600 horas. Es mucho. Es una suma y resta continuos de experiencias, sensaciones, incluso modos de pensar, de vivir. De soñadas adquisiciones e involuntarias pérdidas en lo material, de conexiones inmediatas y rupturas definitivas en lo social, de apasionantes llegadas al mundo y de alguna que otra despedida dolorosa y para siempre en lo personal.

Es por ello que yo (simple libre Libra pensante que soy, en el sentido más amplio de los términos) creo que lo ideal y, a la vez sumamente difícil, es mantener un balance positivo o que el saldo esté, cuanto menos, equilibrado. Porque muchas cosas y situaciones no las puede controlar una misma persona y, por añadidura, no todo tiene el mismo valor.

Pero como coincido en lo de que EL TIEMPO ES AHORA, lo que ahora toca es celebrar que este proyecto mío, con sus idas y venidas, sigue con vida y cumple un año más. 

Los que me conocéis un poquito sabéis que me encantan las celebraciones, de ahí que me haya decantado por publicar un post especial con cosas personales, algunas de siempre, otras de hace algún tiempo y otras muy recientes. Porque en diez años todo cabe.

MUCHAS GRACIAS POR ESTAR AHÍ Poster | Amigastronomicas | Keep Calm-o-Matic 

 


01/09/2022

Todo, nada...

Uno de septiembre, día de vuelta al cole; bueno, al instituto; mejor dicho, a mi estimado lugar de trabajo, día de nuevos propósitos... Para mí no es el uno de enero la fecha señalada para empezar a hacer una dieta o, en otro plano más mental, decidir no "comerse más el coco". Para mí es hoy, uno de septiembre.


Por seguir con la jerga, diré que llevo más de un año sin alimentar a esta "criatura" de casi diez años (este blog, MI blog) y pensé que ya era hora de darle un dulce. Bueno, tanto como algo dulce no sé… Dejémoslo en achuchón. Si he dicho dulce es porque hace días leí esta frase: "A mí sí empalágame, el desinterés me aburre demasiado", y estuve de acuerdo con quien la escribió.
Por eso decidí que ya era hora de abandonar mi desinterés, entre otras cosas, por este espacio mío, donde puedo confesar que he vivido (casi) dos años muy duros, donde (casi) todo me ha dado igual, aunque a veces pareciera lo contrario. 
No he empatizado con las estremecedoras noticias que se daban de lo que acontece en el mundo, no me ha apetecido "dar cuerda" a unos agradables vecinos siempre dispuestos a conversar, he rechazado acudir a lugares masificados, he disimulado mi malestar en los frecuentes encuentros familiares de trece personas menos una, he pasado noches en blanco, y ha habido días en que no he hecho más que respirar, llorar y, como mucho, pensar.
Me he preguntado si esto era "normal" en las personas que están pasando por un duelo, pero si alguna cosa he tenido clara siempre es que cuando pierdes a alguien que quieres (y no sabías hasta qué punto), todo es normal y nada es normal. Sí, todo y nada. Todo estará incompleto siempre. Nada será mejor nunca.


En este periodo he leído, además de novelas, muchos y diferentes artículos sobre el tema, y si alguna frase me impactó en su momento en alguno de ellos es que la pena de uno es tan grande como uno quiere que sea. Caí en la cuenta de que yo hice la mía tan inmensa como yo la sentía. Mi cuerpo me lo pedía, mi mente le obedecía, y estaba bien así.


Pero el tiempo pasa, y aunque me sigue persiguiendo a deshoras la pregunta sin respuesta: "¿Cómo que ya no existes, papá?", la propia vida te empuja hacia adelante, y llega un día en que alguien te dice que estás más simpática, o tú misma te escuchas diciendo que cuenten contigo para ir a un concierto.
Sin pudor digo que yo no he hecho ningún esfuerzo por apartarme del punto en que estaba, no me sentía capaz pero, insisto, o es la inercia de la vida o hay algo en lo más profundo del ser humano que tira de ti para que esa pena no te mate y para que te muevas porque si no estorbas, y sin ser muy consciente de ello acabas dando la razón a una voz interna que, cual Pepito Grillo, te avisa de que de tanto decir no quizás llegue un día en que no encuentres nada a lo que negarte, aunque de momento a ti eso poco te importe.


Hoy es uno de septiembre y la vida sigue aunque tengas momentos de enorme tristeza, te consideren menos antipática, o vuelvas al trabajo después de unas largas vacaciones.




07/04/2021

Qué le voy a hacer si yo... nací en el Mediterráneo



Anoche me acosté con la idea de levantarme hoy temprano para pasear por la playa y recoger conchitas y caracolas. Hace casi un año que no lo hacía, desde que terminó el confinamiento, siendo que es una de mis aficiones favoritas. Luego con ellas completo una bonita colección que inicié hace muchos años con otras que me regalaron (fantásticas, por cierto). 

Equipada como iba yo con un saquito que pretendía llenar, pronto me di cuenta de que casi no habían. Igual es que me las llevé yo todas en su día, pensé. 

El tiempo no acompañaba, la verdad, pero al menos tenía toda la playa para mí. Bueno, toda para mí no, pues pronto divisé una pareja que paseaba con un perrito. Cuando llegué a su altura, agachada como estaba contemplando la belleza de una original piedra en forma de corazón, oigo que el hombre me grita: "¡Muchachaaa, que te pilla una ola!". Y me pilló. Con agua en los tobillos, -lo que suponía zapatillas, calcetines y bajos de los vaqueros mojados-, qué más daba ya que me llegara hasta la rodilla. Si digo esto es porque atravesé una zona acuífera, ante la que ellos se detuvieron, para acceder así al otro lado de la playa. Ahora sí que era toda para mí. Bueno, tampoco. Hubiera sido toda para mí si no hubiera sido por un chico que manejaba un tractor para allanar la arena. Seguí avanzando despacito, mirando aquí y allá, abstraída en mis pensamientos, hasta que me di cuenta de que el ruido del vehículo cada vez estaba más cerca. Y tanto, como que iba detrás de mí, a mi ritmo. Yo prisa no tenía. Por un momento pensé que era yo la que estaba entorpeciendo su trabajo, me paré y le miré pero él con la mano me indicó que siguiera, que siguiera... Quizás estaba aburrido y con ganas de jugar, pero os puedo asegurar que el jornal no se lo ganó. 

Cuando ya me dispuse a volver a casa encontré un arsenal de caracolas. Llené el saquito hasta que no dio más de sí y pensé que lo mejor sería marcharme y regresar otro día a ese lugar en concreto.

Ya en casa, puse todas las conchas y caracolas en remojo para dejarlas bien limpias, como podéis ver en el vídeo de inicio. A veces las regalo, como hice ayer con una amiga, y tal vez por eso me acosté con esa idea de hoy buscar más.

Ahora estoy agotada y no es para menos, ¡habré hecho cientos de sentadillas! Pero una cosa tengo clarísima: si hubiera tenido que hacer estiramientos con los brazos en alto para rozar (¡tan solo con la yema de un dedo!) a mi padre -que desde el cielo me decía que ya llevaba los pies mojados demasiado rato "i els constipats entren pels peus”-, sin duda hubiera hecho, no cientos sino millones.



Este post va también por ti, papá. Casi va a hacer 6 meses que nos dejaste y parece que fue ayer.









30/10/2020

Para ti, papá ♥


 

Este año, como muchos sabéis, tengo muy abandonado el blog y siempre que dejo pasar tiempo, al final no sé cómo volver... Sin embargo, hoy me apetecía retomarlo para hablaros de mi padre y dedicarle este post.
Desde hace 21 años tenía un gran temor, un temor que no podía medir de lo enorme que era y que el 16 de octubre de 2020, hace justo dos semanas, se materializó. Este día, a las once de la mañana, mi padre falleció. 
Si me remonto a esos años atrás es porque entonces, por primera vez en mi vida, vi realmente la posibilidad de quedarme algún día sin su presencia: cuando le operaron del corazón a vida o muerte. 
El médico que le intervino no estuvo muy afortunado al decirle: "Le hemos regalado 15 años de vida", porque a él se le quedó grabado a fuego hasta el punto que creía que ya estaba viviendo "de prestado". Recuerdo que en aquella época mis días eran grises: no sabíamos lo que nos depararía el futuro, y yo no podía dejar de llorar. 
Ahora... lo mismo, con la diferencia de que mi padre ya no está y los días pasaron a ser negros.

Mi padre ha sido, es y será mi modelo a seguir en la vida. Sé de sobra la clase de buena persona que era, pero cuando oigo palabras referidas a él, en boca de quienes lo trataron (amigos, vecinos, médicos...), me enorgullezco y me digo: "Qué papá más grande he tenido".

Jovial, enérgico, emprendedor, servicial, juicioso, leal, coherente, honesto, educado, afectuoso, decidido, un poco incrédulo, amable, práctico, espléndido hasta el infinito, aseado, resolutivo, detallista, ahorrador, impaciente, muy agradecido, trabajador infatigable, sentimental, enemigo de los chismes, justo, sentenciador, "manitas", autodidacta, ordenado, sufridor, de buen comer, puntualísimo en exceso, cómodo, autosuficiente, temperamental, goloso, franco, impetuoso, tradicional, humilde, amante de la naturaleza y de los animales, pero sobre todo y por encima de todo, amante de su familia, amigo de sus amigos y valiente, muy valiente, como dijo mi hermana Isabel al finalizar los actos fúnebres y agradecer la presencia de todos los que nos mostraron sus condolencias al venir a despedirse de él. Fueron muchos, por lo que -en los tiempos que corren-, las palabras se quedan cortas.

Hablando de palabras, hay muchas que ÉL decía y que ahora intentamos recopilar. Con algunas sonrío, como cuando me llamaba "moza" siempre que servía la mesa. Con otras lloro, como cuando a diario, al salir de casa, me decía: "Ves en cuidao".
Llenaba mucho, siempre aportando, siempre opinando y, sobre todo, no dejando a nadie indiferente. Discutíamos también, la verdad es que por nimiedades, y puedo asegurar que en el cien por cien de las ocasiones me llamaba rápidamente por teléfono para disculparse, y en el cien por cien de las veces yo hacía como si no hubiera pasado nada.

Y sí, ha sido muy valiente, porque nada ni nadie le ha impedido -tanto antes como después de la operación-, vivir la vida de forma plena, la vida que eligió formando una hermosa familia -en la que ahora me sostengo-, junto a sus animales de compañía (los perritos bretones White y Dark, y sus adorados canarios).

Por cierto, que sepas, papá, que tu hijo Vicente se los ha regalado todos a tu amigo Miguel. Bueno, todos menos uno amarillo -tu color favorito-, que me he quedado yo, y al que tus nietos mellizos, Manel y Miquel, han bautizado "Verdi". No está mal el nombre, "entona" bien...

Has tratado a la mamá mejor que a una reina y los dos habéis hecho que mis hermanos y yo creciéramos entre algodones -lo he dicho infinidad de veces-. Recuerdo que premiabas nuestras notas del colegio llevándonos a la librería "Juancho" a comprar cuentos y que satisfacías todos nuestros típicos caprichos de niños. De jóvenes, nos esperabas despierto en el sillón las noches que salíamos de fiesta, y hasta nos buscaste un piso en Valencia para que fuéramos a la universidad a fin de estudiar las carreras que tú no habías podido cursar porque tus padres -nuestros abuelos- eran panaderos y pobres. Eran más buenos que el pan que hacían pues, en tiempos de postguerra, lo fiaban y nunca llegaban a cobrar. Y tú saliste a ellos. Si hasta quisiste acompañarnos en nuestros primeros días de trabajo, no fuese que nos perdiéramos... 

Decía antes que fuiste autodidacta porque, sin haber ido al colegio -ya que les ayudabas a ellos en el horno-, aprendiste solo a leer y escribir, y así fue como llegaste donde llegaste. Hasta el final de tus días, con la edad que tenías, manejaste el ordenador en tu despacho de casa -del que mis hermanos me han hecho "legataria"-, donde guardabas tus fabulosas colecciones de billetes, monedas y sellos, y donde llevabas todas las cuentas, además de tus particulares hojas Excel con los datos de los canarios. Digo ordenador como también digo tu tablet, donde nos pedías que te "arregláramos" cosas. La mamá siempre me decía por lo bajo: "No hay nada peor que querer y no saber"... Pero tú querías, aprendías y sabías. Y eso hizo posible que, durante mi viaje a Japón -el pasado año-, intercambiáramos mensajitos, cosa que te parecía "bruixería"
Eras un padrazo. Menudos viajes en familia hicimos, donde dejabas claro antes de salir:  “Está tot pagat”, y siempre a lo grande. Te hacía tan feliz vernos felices a todos... 

Al hacerte mayor nos tocaba a nosotros cuidarte, y yo lo hice tanto como pude y dejaste -también digo que no fue fácil que nos lo permitieras-. Te daba besos a diario y cuando te decía que estos curaban, me contestabas: “Ojalá, àngel”. 

Si algo guardo en mi corazón, como un tesoro secreto, son las profundas conversaciones que manteníamos en tus esporádicas estancias en el hospital, donde te hacían una "puesta a punto". Pero en tu último ingreso hospitalario, hace poco más de un mes, pude comprobar lo frágil que te habías vuelto y se apoderó de mí una inmensa sensación de ternura, por ti y tus cosas. Más aún, de preocupación, pues no saliste tan reforzado como otras veces. 

Llegamos a celebrar mi cumpleaños el día 5, con mucha alegría, y dijiste eso que tanto repetías cuando estábamos todos juntos: "Xa, quina festa!". Jamás pensé que iba a ser el último contigo.

Nos querías tanto que quisiste evitar que sufriéramos viéndote partir -como te pasó a ti con tus padres y tu querido hermano-, pero no lo conseguiste. Lúcido como eras y como estabas hasta tu último latido, sabes que estuvimos a tu lado.
Te he de decir que dos días antes de que esto sucediera, yo sufrí una desazón indescriptible que alguien después me ha dicho que igual era por la conexión que teníamos. No sabría explicarlo: no es que tuviera el presentimiento de que tu final estuviera tan cerca, ni muchísimo menos; era una sensación extraña, la misma que tuve esa última mañana en que la mamá me llamó para decirme que no te encontrabas bien. Me dejé el trabajo y cuando llegué a casa ya estaban allí mis hermanos. Entré en tu habitación pero tú solo querías dormir, te tomé de la mano y te dije que también íbamos a salir de esa.

Cuando llegó la médico de urgencias a la que avisé, creía -ingenua y sinceramente lo digo- que venía a “sacarnos de esa". Lo cierto es que poco margen de maniobra le dejamos al estar todos abrazados a ti. Como primogénita tuya, saqué la fortaleza que en el día a día no tengo y cogí el timón, te dije que te queríamos y que eras el mejor padre del mundo. Llegaste a asentir con los ojos. Sin embargo, cuando escuché que la doctora (que intentaba encontrarte el pulso), dijo: "Creo que Vicente se nos ha ido"... algo en mi interior se rompió, y a partir de ahí ya no pude distinguir de quién eran las lágrimas que había en tu rostro, si tuyas o mías. 

Siempre pensé que no sabría vivir sin ti pero lo que realmente no sé es cómo integrar tu ausencia en mi día a día. Nos has dado una lección magistral, no solo de vida sino también de muerte.

Te quiero hasta el infinito. Descansa en paz, papá.





13/12/2019

El viaje a...


Barrio de Arashiyama

Hay quien habla del amor de su vida o del verano de su vida... Yo lo haré del viaje de mi vida. 

Fue en agosto cuando puse rumbo hacia  J a p ó n  en un vuelo que duró unas doce horas y en el que me permití pedir agua a una persona que vi pasar con uniforme. Para mi sorpresa resultó ser el copiloto  😅

Lo que hoy pienso del país nipón se puede sintetizar en esta frase: una delicia para todos los sentidos.

Para el de la vista, las luces de Osaka de noche, la panorámica de Tokyo desde la Skytree, el horror de Hirosima, la belleza de la pagoda de Asakusa o el imponente Buda en Kamakura. O simplemente observar cómo los japoneses hacen fila para acceder al metro. Un regalo para los oídos la música de las estaciones y el silencio en los vagones (o duermen, o miran sus teléfonos). 

Degusté los tonkatsu (cerdo empanado), los takoyakis (bolitas de pulpo) o los pastelitos mochi, y menudo aroma el del mercado Nishiki, en Kyoto, con puestos de encurtidos, pescados y especias.

Y queda el tacto. Si bien fue una sensación inigualable dormir sobre tatami (esteras que recubren el suelo) en un Ryokan (típico alojamiento japonés), os contaré que una tarde lluviosa tomé "prestado" un paraguas en una tienda para llegar a un estudio en Arashiyama. Allí dos japonesitas me llevaron a un salón donde dejaron mi cara y nuca (símbolo de sensualidad para ellos) como un lienzo en blanco. «Close your eyes, open your eyes», decía una.

Elegí un vistoso kimono y me calcé unas sandalias de madera con unos tabi (calcetines que separan el dedo gordo del pie). La sesión de fotos fue el colofón. Ahora con sombrilla, ahora con abanico... 

Cuando mi book estuvo listo, mis yenes estaban torpes. Les ofrecí con ambas manos mi tarjeta bancaria (siempre hay que hacer todo así), pero esperaron a que resolviera mi problema. 

Al salir ya no llovía. Dejé en otra tienda el paraguas y caminé, feliz, hacia el hotel. 

De vuelta a España sufrí jet lag... pero esta vez de melancolía.


349  palabras



Pagoda en Nikko

Ryokan con tatami
Gran Buda de Kamakura


Skytree de Tokyo
Yo, vestida de geisha
Cúpula de la bomba atómica de Hirosima

Barrio del Pontocho


*He publicado este post para poder participar en la propuesta de mi querida bloguera Myriam (¡gracias por la invitación!).
El viaje da para miles de palabras, pero me he de ceñir a las normas y dejarlo en trescientas cincuenta.
Como me queda mucho por contar y mostrar, igual más adelante sigo escribiendo sobre el que ha sido el viaje de mi vida. Hasta el momento...


11/12/2019

Disponte, respétate, inspira





No te preocupes,
ocúpate.

Ocupa tu tiempo,
ocupa tu espacio,
ocupa tu mente.

No te desesperes,
espera.
Espera que las cosas se calmen,
espera que el tiempo acomode,
espera que la rabia se borre.

No te indispongas,
disponte.
Disponte de buenas palabras,
disponte de buenas vibraciones,
disponte siempre.

No te canses,
descansa.
Descansa tu mente,
descansa tus piernas,
descansa de todo.

No te subestimes,
respétate.
Respeta tu calidad,
respeta tus valores,
respeta tus virtudes.

No te tortures, aguanta.
Aguanta con paciencia,
aguanta con aceptación,
aguanta con tolerancia.

No te presiones,
impresiona.
Impresiona por la humildad,
impresiona por la sencillez,
impresiona por la elegancia.

No te trabes, trabaja.
Trabaja tu humanidad,
trabaja tus frustraciones,
trabaja tus virtudes.

No conspires,
inspira.
Inspira personas,
inspira talentos,
inspira salud.


*El autor es Bruno Pitanga,
 doctor en neuroinmunología, neurocientífico, profesor universitario y pensador.
Me ha gustado tanto que lo he querido compartir con vosotros.


11/11/2019

Vuelvo con "El gran showman"



Lo confieso abiertamente. No sabía cómo volver después de tanto tiempo. Son conocedores de ello mis amigos más cercanos, tanto virtuales como reales. Sin embargo, hace días encontré la manera de la mano de mi sobrina Patri.
Como sus padres estaban de viaje y ella estaba a mi cargo, pensé que estaría bien ir al cine. La idea era ver "Maléfica 2: La maestra del mal".
Sin embargo, cometí un gran error: creía que seguía siendo aquella niñita con la que fui a ver la primera parte (aquí os recuerdo el post). ¿Y qué pasó? Que a punto de comprar las entradas, cuando el chico de la taquilla nos hizo ademán de que nos acercáramos, a menos de un segundo de abrir yo la boca para pedirlas y viendo que su carita era un poema, le pregunté si es que no le apetecía verla. Su respuesta fue: "¿Es que no lo ves? A esta sesión de tarde solo vienen niños". Me quedé chiripitiflaútica pero reaccioné a tiempo, dimos media vuelta y abandonamos el local. 

Salvadas por la campana, lo peor vendría después: qué hacer con una adolescente (ahora lo digo bien) que no sabía qué hacer.
De repente, me asaltó la idea más simple del mundo: irnos a mi casa, buscar alguna película que le gustara entre las miles que su padre me deja compartir en Netflix y hacer palomitas. 
¡Menudo planazo!creí que pensaría.

La cuestión es que aceptó encantada. Tumbada en mi sofá y tapada con la manta hasta el cuello, eligió una que ella ya había visto pero que quería que viese yo, hasta el punto de que cuando me levantaba a por agua o alguna otra cosa me decía: "Tía, tía, corre que te pierdes lo importante" (como la escena de abajo...).
Y yo, obviamente, le obedecía (ojo a este dato). 

Ya sabéis de qué película hablo: "El gran showman"
Se trata de un Biopic de 100 minutos, en forma de musical, sobre Phineas Taylor Barnum, un empresario circense estadounidense que fundó lo que se conoció como "el mayor espectáculo en la tierra". 

Qué sorpresa me llevé cuando vi que el protagonista es uno de mis actores favoritos: el australiano Hugh Jackman. Junto a él aparecen: Zac Efron, Michelle Williams y Rebecca Ferguson.
¡No lo podía creer! Y menos aún sus dotes para el cante y baile.

Buceando en internet descubrí que nació su pasión por estas artes a la edad de 10 años.
También me informé de lo siguiente:
-En 2017, en los Premios Oscar, obtuvo nominación a mejor canción. En los Globos de Oro obtuvo tres nominaciones a la mejor canción original ("This is Me"), así como en los Critics Choice Awards, en que también fue nominada.

Cuando se estrenó la película se ve que no gustó mucho al público pero en las semanas siguientes demostró tener más gancho del esperado, convirtiéndose finalmente en el tercer musical más taquillero de la historia. Tanto es así que el director de la película, Michael Gracey, afirmó: "Cuando una película se convierte en un éxito tan grande como este, es natural que se demande una secuela".


Sublime la actuación de Rebecca Ferguson en el papel de Jenny Lind. 
Hasta dos veces escuché la canción. No os la perdáis, hacédme caso... 



Encuentro lógico que a las personas que no les guste los musicales encuentren la película ligera y sin profundidad, pero es la historia de un "visionario que salió de la nada para crear un fascinante espectáculo que se convirtió en una sensación mundial", alguien que supo convertir en realidad sus sueños a base de dos cosas:  ambición e imaginación.
A propósito de ello, y si no recuerdo mal, en un momento dado el protagonista dice más o menos esto: "Si hay algo peor que tener mucha imaginación es no tener ninguna".

Barnum, su esposa y sus hijas
Está llena de llamativas escenas y cosas asombrosas que no voy a desvelar, pero si algún mensaje he de destacar es este: tan importante es que los niños escuchen a los mayores como que los mayores escuchen a los niños. 

En la película, Barnum atiende la sugerencia de sus hijas y le fue de maravilla. 
Y yo ese día hice lo propio con mi sobrina y gracias a ello ahora estoy aquí después de un tiempo en que perdí, por cosas que no vienen al caso, mi ilusión por todo. 

Intenté ser el motor de mi propio ánimo, ayudándome yo misma (como una vez me sugirieron) con post-its de aliento en la nevera, con frases optimistas en mi teléfono, un viaje y algunas cosas más. Pero no lo conseguía...
Solo de la mano de algun@s buen@s amig@s y con algún que otro empujón (-léase un hecho accidental que podía haber ocasionado que hoy ya no estuviese en este mundo-), he recobrado algunas de mis pasiones, entre ellas, MI BLOG, al que no puedo dejar abandonado ya que el día 22 de este mes es:

¡¡¡Su 7º cumpleaños!!!



Mirad, si hasta Hugh se puso pajarita y smoking para venir a celebrarlo.