28/09/2018

Vuelvo con "Magnetismo"



Dije que volvería en septiembre...
y por poco no llego. 
No, no creáis que todo el tiempo que he estado ausente ha sido de vacaciones (han mediado días de hospital con seres queridos y otros muchos dedicados a tareas distintas).

Aunque aquí estoy de nuevo, siento decir que no creo que pueda "bloguear" con la asiduidad con que antes lo hacía (tan característica mía, por cierto, como algun@s sabéis).


MAGNETISMO


Entre Carlos y Valeria existía una atracción innegable. Cualquiera que los viera podía corroborar que continuamente necesitaban rellenar sus posibles huecos de afectividad intelectual, caso de que esta pueda existir.
Era tal la química entre ellos que pasaban el tiempo hablando sobre lo terrenal y lo divino, comentando sus proyectos a corto y largo plazo, leyéndose los pensamientos con tan solo una mirada. Hasta coincidían muchísimas veces en el color de la vestimenta...

En su lugar de trabajo era donde más tiempo pasaban juntos hasta el punto que, por donde quiera que pasaban, la gente desaparecía como por arte de magia. A Valeria no le incomodaba sino más bien al contrario; a Charly, como así le llamaba ella cariñosamente, le resultaba un poco más violento.
Parecía que todos pretendían dejarlos solos al ver en sus ojos sus ávidos deseos de contarse cosas.

Discutían también y bastante, porque a ella le gustaba debatir casi todo lo que él decía pero, contrariamente a la infundada creencia de que los roces separan y de que a la gente le gusta ser testigo de las confrontaciones dialécticas de los demás, las que ellos tenían se acababan diluyendo tan pronto como un cubito de agua en unas cálidas manos y siempre con la misma rapidez con que todos, de nuevo, se esfumaban.
Pudiera decirse que se encontraban seducidos por una comunión de almas en toda regla, un indescriptible feeling o una auténtica revolución de neuronas cuando se cruzaban por los pasillos.

Valeria pensaba en lo afortunada que era al haber encontrado lo que llamaba "su otro yo", dado que creía que su conexión no era física sino casi paranormal.
Charly se centraba más en la ardua misión que suponía explicar al mundo entero el baile de palabras que se producía cuando hablaban, la fiesta de reflexiones que había cuando ambos filosofaban y las risas de sus secretos jugando al escondite cada vez que uno de ellos llamaba al timbre mental del otro.

Ella, que lo quería con locura y tenía la certeza de que, juntos, hubieran sido felices algún día, se preguntaba por qué razón nunca consiguió traspasar el umbral de su intelecto. 

Quizás porque Charly, que llamaba a otras aldabas, era único para ella y Valeria para él, no.

Y yo pienso (y aquí lo dejo): ¿qué sucede con los imanes cuando se encuentran lejos?