Cuando mis amigas y yo éramos lindas jovencitas íbamos todos los días a la playa. Éramos (-somos-) afortunadas porque la tenemos al lado de casa.
Por la mañana nos bañábanos y tomábamos el sol, y al atardecer volvíamos para, con un poco de suerte, ver trotar a un chico a caballo por la misma orilla del mar. Tenía el pelo negro y ondulado, torso moreno y unos dientes blanquísimos que adornaban una cautivadora sonrisa que, normalmente, tenía a bien mostrarnos. Éramos presas de aquella estampa, un auténtico deleite para nuestros ojos ávidos de aventuras.
Una de mis amigas lo bautizó con el nombre de 'Hombre 10' (por analogía con Bo Derek, considerada en su día la 'chica 10' y porque también sentía pasión por los caballos).
Mi amiga sabía por terceras personas que su mujer era médico, que tenían una niña pequeña y que vivía muy cerquita, despertando en nosotras este dato tanta curiosidad que nos faltó tiempo para averiguar dónde habitaba. Pudimos constatar que se trataba de un precioso chalet con muchas comodidades, pero en ningún caso lo hubiéramos considerado suntuoso.
A la niña la paseaba siempre el abuelo. Nos llamaba la atención ver a un señor ya bastante mayor empujar habitualmente el carrito por el carril bici pero, sobre todo, nos enternecía el cariño con el que le iba adecuando siempre la sombrilla para que no le diera el sol en la carita.
Así, día tras día, hasta que dejamos de verle y supimos que ese pobre hombre, que tanta dedicación prestaba a su nieta, había fallecido, tomando el relevo una chica joven que parecía extranjera y que pensamos que debía ser la 'niñera'.
Pues bien, la otra noche casualmente ví de nuevo al 'hombre 10'. Después de muchísimos años nos cruzamos por la acera que separa el mar de una amplia avenida. Me resultó curioso el encuentro porque yo sé quién es él y él no sabe (-o eso creo-) nada de mí.
Le reconocí porque no ha cambiado mucho: sigue siendo un hombre esbelto y de piel morena, tiene el pelo ya canoso, arrugas en la frente y una sonrisa un tanto cansada en su bello rostro.
En esta ocasión era él quien, bajo la luz de la luna, empujaba lentamente el carrito con la niña a la que arropaba con suma delicadeza con una manta, a pesar de que llevaba gorro y bufanda.
Obviamente, la niña ya es mayor. Si sigue yendo en carro es porque nació con parálisis cerebral por culpa de una negligencia médica de los 'colegas' médicos de su madre (-un exceso de confianza en el momento del parto, se dijo-). Demandaron al colectivo médico, la sentencia les fue favorable y se les concedió una indemnización (-supongo que de ahí chalet con rampas, caballo, niñera...-).
La estampa de padre que me mostró esta vez me llevó a pensar que, verdaderamente, a esta persona le hacía justicia el nombre que en su día se le puso de 'hombre 10'.
La estampa de padre que me mostró esta vez me llevó a pensar que, verdaderamente, a esta persona le hacía justicia el nombre que en su día se le puso de 'hombre 10'.
A veces miramos y observamos a una persona que cada día nos cruzamos con ella. En este caso, no se adivinaba que en su vida familiar tenía esa niña con problemas de parálisis cerebral, y al descubrirlo pues se ve su dedicación a su hija como un modelo 10 por supuesto. Un abrazo
ResponderEliminarHe vuelto a releer este relato digno de un premio en el Tintero. ¡Suerte en el concurso! Un abrazo.
EliminarCierto, Mamen. Vemos personas y no sabemos qué "cargas" llevan a sus espaldas.
EliminarGracias por tus amables y halagadoras palabras.
Un beso
Imposible imaginar las alegrías y dolores que arrastran las personas... Muy bonito, Chelo.
ResponderEliminarImposible del todo. Sin conocer a alguien es inútil hacer conjeturas sobre su vida aunque la imaginación nos lleve a ello.
EliminarGracias, Marta, por verlo así.
Un beso
Por toda la nostalgia y la descripción de ese momentazo playa parto de que es una historia real, de todas formas me ha chocado ver a este papá en caballo y tener una hija con parálisis cerebral, bueno hay tantas cosas que no comprendemos... el caso es que la historia tiene su miga, gracias por compartirla. Un beso
ResponderEliminarEntiendo te choque, Eme, pero considero que no era incompatible darse esos paseos a caballo con el hecho de tener una niña con ese problema. Es una triste historia, ciertamente.
EliminarGracias a ti por tu comentario, pretty.
Un besazo
Un hombre 10, titulo merecido que el nunca hubiera querido llevarlo, prefiriendo que su hija trotara y corriera, pero tiene suerte la pequeña de que la cuiden con cariño, hay muchas historias parecidas. Un abrazo
ResponderEliminarEfectivamente, Ester. Hay muchas historias de este tipo y estoy segura de que quienes las protagonizan preferirían no llevar ningún título como el que nosotras le pusimos.
EliminarGracias por tu empatía.
Un beso
Cada cual lleva una mochila a la espalda y por las apariencias no se sabe el peso que esa mochila puede llegar a tener.
ResponderEliminarMuy bien dicho, Tracy. No se puede calibrar ese peso, ni menos hacer juicios en base a él.
EliminarGracias por tus contundentes palabras.
Un beso
Hola Chelo! Admiro esa forma tan bonita de contar que tienes, luminosa en la primera parte con las imágenes juveniles, y un poco más melancólica al final, para dar ese mensaje de que no es solo tener cara y cuerpo bonitos para ser alguien "10". Muy buen relato. Te deseo la mejor de las suertes para el concurso. Te mando un abrazo de los más afectuosos que tengo.
ResponderEliminarAriel
¿Eres tú quién me habla de forma bonita de contar? Ese eres tú, Ariel, aunque te lo agradezco infinitamente.
EliminarMe alegra que hayas sabido diferenciar esa primera parte más lúdica, de cuando éramos jóvenes, y esa parte final más triste, de hace relativamente poco.
Muchas gracias por tus buenos deseos para el concurso. Lo mismo te digo, amigo.
Un fuerte abrazo.
Un relato precioso, Chelo. La madurez nos enseña a saber apreciar más cualidades de las personas que el simple aspecto aunque, en este caso, el "hombre 10" no desmerece bajo ninguna luz y en ningún tiempo.
ResponderEliminarMe alegro de que esa niña tuviera tanto amor y tantos cuidados. Me consta que solo el amor de la familia puede dar tanto por nada :)
Tu texto me hace pensar, recapacitar, además de disfrutar. ¡Gracias, Chelo!
Un beso enorme de martes.
Desde luego, será siempre "hombre 10" a mis ojos (por supuesto que hablo de lo que sé, y desconozco de puertas para adentro).
EliminarA esta niña (chica joven ya) le ocurrió esta desgracia pero no creo que nunca le falte de nada, y menos aún amor.
¿Sabes? Por más que intento recordar su nombre, que sabía, no lo consigo.
Me ha gustado mucho haberte hecho pensar, querida Julia.
Te devuelvo ese enorme beso, ya de miércoles.
Por como lo cuentas parece una historia real, un recuerdo de tu adolescencia. Sea como fuere, lo has narrado con tal naturalidad y sensibilidad que nos da mucho que pensar sobre cómo valoramos a la gente por su físico (algo muy normal en la adolescencia) sin conocer las verdaderas virtudes que esconde.
ResponderEliminarUn abrazo, Chelo.
Sí, es una historia real, Josep Mª. Todo lo que he contado es absolutamente real; es más, no me he permitido ni la más mínima licencia literaria por decirlo de alguna manera.
Eliminar¡El hombre nos tenía embobadas de una manera...! Pero es que no se podía negar que llamaba la atención por donde pasaba, la verdad.
Gracias por comentar y comprender.
Un beso
Qué bien lo cuentas. ¿Es una historia real? Me alegra que esa niña viva rodeada de tanto amor.
ResponderEliminarBesos.
Como le acabo de decir a Josep, sí, es una historia verídica.
EliminarSupongo que la niña, como todas las personas con este problema, vive feliz en su mundo y, por supuesto, llena de cuidados y cariño.
Gracias por tus palabras, Gema.
Un beso.
Sí que es un hombre 10. Un beso.
ResponderEliminarEs 10 sin la menor duda, Susana.
EliminarGracias por comentar.
Un beso
Precioso relato, Chelo. La duda que me ha quedado es si es verídico o pura ficción. En todo caso, es tierno y tiene su punto positivo entre la tristeza de lo que narra.
ResponderEliminarVeo que lo presentas a "El Tintero de oro". Espero que tengas mucha suerte. Yo esta vez, no me presento, pero estaré atenta.
Un beso.
No es ficción, Rosa, es verídico. Ya les hubiera gustado a los padres que, en su día, fuera una terrible pesadilla. Sin embargo, fue la cruda realidad. Esas cosas que pasan pocas veces pero que pasan.
EliminarA mí el que más me enternecía, desde luego, era el abuelo; no te puedes imaginar cómo trataba a esa niña...
Agradezco la suerte que me deseas para el concurso. Tú aún tienes tiempo por si te animas.
Un beso muy fuerte.
Enternecedor relato. La imagen es lo que cuenta en esta sociedad de petulantes huecos. Este personaje como muchos otros, quizá más reales que andan entre nosotros, son hombres y mujeres con un calificativo de "diez". Por su dedicación a los demás, por su entrega altruista a causas justas, por la ternura desplegada con los más necesitados, el sacrificio y la mirada limpia con la que observan todo por si pudieran ser útiles a alguien. Los modelos de catálogo de moda son simples maniquís que fundamentan su presumible valor en el postureo.
ResponderEliminarBesos y mucha suerte para el concurso de David.
Muchas veces es inconsciente el hecho de basarnos en la imagen. Ahí es donde hay que hacer el ejercicio, ya consciente, de no "quedarnos en ella" simplemente.
EliminarPor desgracia son muchas las personas necesitadas de ayuda sin tener culpa alguna (como es el caso de esta niña), ¿cómo no van sus padres a hacer todo lo que esté en su mano? Por eso resulta tan emotivo ver esa ayuda desinteresada y entrega altruísta que tú dices en los demás.
Besos y muchas gracias por desearme suerte. Lo mismo te digo, Francisco.
Un abrazo lleno de ánimo y fuerza.
¡Qué pena me da! Cuidar de un hijo con parálisis infantil es muy duro, hay muchos padres ejemplares, pero ¡pobres!, si un hijo te cambia la vida, uno con parálisis es una preocupación extra. Muchos besos.
ResponderEliminarAsí es Sol. Que un bebé nazca así debe ser terrible.
EliminarYo siento mucha pena cuando veo a esa niña o a otr@s que tienen problemas físicos o mentales (en mi lugar de trabajo hay bastantes niñ@s), pero admiro más la dedicación y paciencia que suelen tener quienes trabajan con ell@s.
¡Muchos besos y gracias por tu comentario!
Una historia muy conmovedora. Me hace pensar, por la experiencia que vamos ganando a lo largo de la vida, que no todo es lo que parece. Que cada uno libra sus batallas cada día. Que una sonrisa, no quiere decir que uno esté feliz y mucho más..Muy buen relato Chelo. Un abrazo.
ResponderEliminarTu comentario me trae a la mente esa frase atribuída a Platón que dice "Se amable, pues cada persona con la que te cruzas está librando su ardua batalla" y, sin duda, la de aquel hombre que tan guapo nos parecía de jóvenes era la que os he contado.
EliminarMil gracias por tus palabras, Mirta.
Un fuerte abrazo.
No sé si la historia es real o no, pero tiene un gran interés y conmueve.
ResponderEliminarTe deseo mucha suerte.
Un beso.
Como he dicho en comentarios anteriores es una historia tristemente real.
EliminarGracias por tus palabras y tu sensibilidad, Mari Carmen.
Un beso
Coincido contigo, sí que es un hombre diez, sin lugar a dudas. Bonito relato, guapa. Besos
ResponderEliminarHombre de "sobresaliente" en todos los aspectos.
EliminarGracias por transmitirme tu opinión, Marina.
Un beso muy fuerte
Como bien has narrado, las apariencias siempre entrañan una realidad oculta que no es tan perfecta como lo que muestran.
ResponderEliminarSuerte en ese concurso. Un beso grande.
Ahí está el quid de la cuestión, en esa "realidad oculta", mejor o peor, que todo el mundo tiene.
EliminarLa apariencia no es más que el escaparate, luego hay que ver la trastienda.
Gracias por desearme suerte, Ángeles.
Un besazo.
Muchas veces adornamos con virtudes frívolas a personas que no conocemos y cuando sabemos más de ellas nos damos cuenta que su verdadero atractivo reside en otras facetas mucho más importantes.
ResponderEliminarTierno relato.
Suerte en el concurso, compañera.
Un besote grande.
Efectivamente, y no solo los adornamos sino que imaginamos y presuponemos cosas sin conocer a las personas.
EliminarEn el caso de la historia que he contado, te confieso que me resultó más atractivo ver cómo arropaba a su hija ese hombre que recordar cómo cabalgaba por la playa.
Gracias por tus palabras y por desearme suerte, compi mía.
Un beso muy fuerte.
Bonita anécdota que es casi una novela, con su lado romántico y su lado trágico. Desde luego que verdaderamente se merecía ese título honorífico de "hombre 10"
ResponderEliminarBesos
Me complace lo que dices, Julia, de que como toda novela la historia tiene un lado romántico y otro trágico.
EliminarSon vidas con un lado más amargo que amable, creo yo, aunque me gustaría estar completamente equivocada.
Un beso y mil gracias por tu comentario.
Un beso
Fantástico giro del final, Chelo. Nada hace sospechar durante toda la historia el problema de ese hombre y de la niña. Me ha gustado tu relato. ¡Suerte en el concurso! Un abrazo.
ResponderEliminarMe alegra mucho que te haya gustado, Pilar. Igual que a ti nada te hizo sospechar nada mientras leías, a mí en su día me pasó lo mismo con ese hombre.
EliminarMuchas gracias y mucha suerte para ti también.
Un abrazo
Leyendo tan bien escrito relato, se entiende a la perfección que no hay que juzgar a una persona por su mera fisionomía, ya sea un hombre anuncio montado a caballo, un abuelo que empuja un carrito o, qué sé yo, un cuarentón con bolsas de la compra.
ResponderEliminarUn saludo Chelo y que tengas mucha suerte.
Esa es la moraleja, Bruno: no podemos (mejor, no debemos) prejuzgar ni sacar conclusiones basadas en apariencias físicas. Lo más probable, caso de hacerlo, es que nos equivoquemos.
EliminarGracias por tu comentario y te deseo la misma suerte.
Besos.
Hola, Chelo
ResponderEliminarPero qué enternecedor relato, es muy emotivo.
Sorprendes mucho con ese final impredecible de la niña con parálisis. Muy bien elegido ese nombre! Suerte en el concurso!
Un abrazo!
El final impredecible del que hablas lo he contado tal cual sucedió en su día. Y te doy la razón, el nombre que le pusimos le va como anillo al dedo.
EliminarGracias por tus amables y generosas palabras. Yo también te deseo mucha suerte, Yessy.
Un beso.
Vaya relato más tierno y es que ya lo decía el pequeño príncipe que lo esencial es invisible a los ojos y esa persona a la que se admiraba por su apariencia y buen porte era mucho mejor por todo su interior, todo aquello que años después se descubre.
ResponderEliminarCon frecuencia nos dejamos llevar por las apariencias y se habla con una cierta envidia de aquellos a los que parece no faltarles de nada, atractivos,exitosos, con una buena vida y detrás de vidas aparentemente perfectas aparecen esos hechos que no siempre se ven.
Desde luego para mí era un hombre 11.
Besos preciosa.
Que bien traído ese mensaje del Principito que me encanta y repito muchas veces. Es más, me has recordado una frase que tengo grabada a fuego de la película "7 almas": "eres una buena persona, incluso cuando crees que nadie te está mirando".
EliminarLa fachada puede ser extraordinaria pero si el interior no va a juego, tarde o temprano sale a la luz.
Por otra parte, muy bien puesto ese nombre de "hombre 11"; yo, después de verle el otro día, hoy también se lo pondría. Se merece una matrícula de honor.
Gracias por tu comentario y por tu empatía, como siempre.
¡Besets, reina!
Parecía que la historia iba a derivar por derroteros más frívolos, con esas tres chicas cautivadas por un mozo guapetón y bien parecido, casa lujosa y hasta un caballo. Resultó que no, el calificativo de hombre 10 se lo mereció por otros motivos que nos dejan mejor sabor de boca. Y es que no debemos hacernos una idea de las cosas a base de prejuicios, muchas veces la realidad tira por otros derroteros. Suerte en el concurso Chelo, un saludo.
ResponderEliminarTodos estamos expuestos a esos dichosos prejuicios que, por lo general, no concuerdan con los "juicios posteriores".
EliminarEn su día creíamos estar ante un chico un poco chulo con muchos caprichos y fíjate si estábamos equivocadas. La realidad era muy distinta: injusta y desoladora.
Muchas gracias por venir y dejar tu comentario, Jorge.
Te deseo la misma suerte.
Besos
Gracias, Chelo, por participar con este relato en EL TINTERO DE ORO. Un abrazo y suerte!!
ResponderEliminarGracias siempre a ti, David.
EliminarUn abrazo
Hola Chelo
ResponderEliminarUn relato muy duro. La vida no es igual para todos y hay que tomarla como viene.
Suerte en el concurso
No hay otra solución posible que tomar las cosas como vienen, con más dolor o con menos, con más paciencia o con menos, pero siempre siempre tal cual vienen.
EliminarGracias por tus palabras y por desearme suerte, Paola.
Un beso
¿Qué tal Chelo? Debe ser durísima la vida de las personas que tienen la responsabilidad familiar de un enfermo de estas características, la vida se adecúa a ellos, no queda otra. Conozco un caso en que “el hombre” no ha podido, o no ha sabido, o no ha querido quedarse y asumir, (no juzgo, cuento), y otro en que es el mejor de los enfermeros, entregado y cariñoso. Las madres, generalmente, lo afrontan y ni se plantean eludir el problema. Hay miles de mujeres, en este sentido, matrículas de honor.
ResponderEliminarEl protagonista de tu relato es un hombre 10 (por fuera) y un 20 por dentro.
Un abrazo Chelo.
¡Hola Isabel! Qué acertado comentario el que haces. Tienes razón. Trabajé en un juzgado durante unos cuantos años y saqué la conclusión que acabas de escribir en tu comentario (y que conste que sin ánimo de polemizar, por supuesto): eran mayoría las madres que no eludían ningún problema (ni de los que planteo en el post ni de otro tipo).
EliminarA muchos padres les quedaban grandes algunas situaciones, eso lo ví con mis propios ojos pues era una realidad patente.
El hombre del que hablo, efectivamente, por más 10 que fuera en su día, hoy le pondría ese 20 o más.
Muchas gracias por tu comentario y tu aportación.
Un abrazo
Detrás de cada persona hay una historia que desconocemos. Solemos muchas veces observar a alguien e imaginar cómo será. Y de pronto descubres su historia y le sientes cercano, casi como si le conocieras.
ResponderEliminarTriste historia la de esa niña, felizmente siempre hay alguien que le da amor.
Un abrazo!
No cabe duda de que esa niña tiene todo el amor de su familia ya que la cuidan como a una reina, pero solo ellos saben lo durísimo que será sobrellevar esa situación. Y más si se paran a pensar "en el mañana".
EliminarGracias por tu comentario, Soñadora.
Un beso
que terrible el que sea real! dios sabra porque elige a esos niños y sus padres, no sabes como moviliza tu relato, mucha suerte!!
ResponderEliminarLos que somos creyentes nos preguntamos eso: ¿por qué Dios habrá elegido esa situación para esa niña y para esos padres?. A pesar de ello, la respuesta es difícil.
EliminarGracia por vuestras palabras Buhítas.
Un abrazo a ambas
Me ha sorprendido y emocionado tu relato. Pensaba que ahora era él quien empujaba a su nieta, pero no...
ResponderEliminarNos seguiremos leyendo, Chelo.
Un abrazo
Podía haberme permitido esa "licencia" pero, tristemente la realidad es que era ese hombre quien empujaba el carrito y la niña era su hija.
EliminarGracias por tus palabras, Ana.
Cierto, nos seguiremos leyendo y ¡enhorabuena de nuevo! ;-)
Un abrazo
Con los años que han pasado lo sigo recordando porque me impactó mucho en su día, siendo joven.
ResponderEliminarTienes razón (y es muy bello) eso de que los sentimientos no envecejen nunca.
Un abrazo, Julio D., y gracias por tu comentario.
Una historia triste, pero la niña era cuidada, y lo sigue siendo de adulta, con mucho cariño. Terrible cuando la PC sucede por mala praxis médica porque podría haberse evitado. Por lo menos recibieron compensación económica.
ResponderEliminarUn beso, Chelo
Esa es la verdadera pena, pensar que se podía haber evitado. Sucede, por suerte, pocas veces pero a quien le toca esta desgracia poco puede hacer. Además, lo fuerte del caso es que la madre es médico.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, Myriam.
Un besazo
Al hombre 10, también le daría un 20.
ResponderEliminarCoincidimos much@s en que merece una matrícula de honor o un 20 como poco.
EliminarGracias de nuevo, pretty.
A través de tu buen relato, comenzamos a valorar a ese padre, que logra ganarse esos puntos, que a veces, las "chicas" asignamos generosamente solo por tener una cara bonita y un buen cuerpo (y por qué no? para eso se es joven, jajaj). Ese ascender en valores del relato, en cuanto al personaje principal, hace tu texto muy valioso a más de muy ameno. Un fuerte abrazo y muy buena suerte
ResponderEliminarTú lo has dicho, siendo jóvenes asignamos puntos "generosamente" en base a lo que vemos.
EliminarCuando aprendemos a ver "más allá", la cosa cambia.
Me alegra que pienses que ello hace valioso el texto, Vivian, ¡muchas gracias por tus palabras y por desearme suerte!
Un beso
Me ha encantado tu relato Chelo, no sabemos todas las historias que hay tras las personas que nos cruzamos y, a veces, como en este caso, son de una tristeza increíble. Mucha suerte en el concurso.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Beatriz. Totalmente cierto lo de que nos cruzamos con personas que tienen tristísimas historias a sus espaldas y que, como es normal, desconocemos.
EliminarYo también te deseo mucha suerte, ¡un beso!
Que emotivo este relato Chelo, cuantas cosas se pueden hacer si estamos dispuestos a darlo todo por ese ser que depende de nosotros para ser feliz, ese hombre 10 lo era en todo.
ResponderEliminarUna historia muy humana.
Besos y suerte en el concurso.
Puri
¡Hola Puri! Ay, ¿quién se resiste a esa dependencia de un ser frágil y, además, de tu sangre? No había otra solución, así que "hombre 10" hasta el final.
EliminarMuchas gracias por venir y mucha suerte para ti también.
Un beso.
La primera impresión es la que llama la atención, pero no sirve de nada sin todo lo que hay detrás.
ResponderEliminarHay más gente 10 de la que apreciamos a simple vista.
Un abrazo.
Efectivamente, David. Vemos la fachada, pero el interior...a no ser que conozcas a la persona es prácticamente imposible, por eso no hay que sacar falsas conclusione.
EliminarCierto, hay más personas de las que creemos con muchas cargas detrás.
Besos y gracia por venir, David.
Tiernas estampas las que nos muestras en tu relato, Chelo, y muy humanas. Nunca sabes por dónde te va a regatear la vida, amiga, por lo que nadie estamos a salvo de padecer una de sus salidas de tono, por no decir algo más fuerte. Cómo lo tomemos después nos define a los ojos de los demás, aunque no tanto como a los nuestros propios.
ResponderEliminarTe deseo mucha suerte en el "Tintero".
Un abrazo.
Qué acertado comentario, Patxi. Es cierto, la vida nos regatea y tiene sus "salidas de tono" que hay que saber encarar y, como dices en tus reflexivas palabras, nuestra actitud ante ellas nos define, no hay duda.
EliminarMuchas gracias por tomarte la molestia de leerme y comentar, aunque esta vez te libres de puntuar ;-)
Un abrazo, amigo.
Demasiado perfecto para ser verdad, jejeje.
ResponderEliminarUn bonito relato, Chelo, que nos muestra a esas personas con las que nos cruzamos y que, de alguna manera, dejan su huella en nosotros.
Suerte en el concurso.
Un abrazo.
Así es, Jean Ives. Las cosas no son siempre como parecen y ciertamente, a cada edad te llaman una serie de cosas que ves en las personas.
EliminarMuchas gracias por venir y por tus palabras.
Un beso
Hola, Chelo, un bonito relato que nos hace reflexionar sobre lo rápido que funciona la imaginación juvenil cuando se ve un cuerpo bonito. Uno se queda admirando el exterior sin profundizar en la realidad de esa persona. Y luego vemos que la vida reparte de todo: belleza, bonitas casas y tragedias como la situación de la niña.
ResponderEliminarSuerte en el concurso. Besos.
¡Hola Lana! En el "juego" de la vida, nadie juega con las cartas marcadas y por eso hay de todo. Si nos quedamos en la pura fachada de las personas no alcanzamos a ver sus gozos y tragedias.
EliminarAgradezco mucho tus bonitas palabras y que sepas que eres muy bienvenida a mi "casa".
Un beso
Una de las lindas jovencitas cuando vuelva del paseíto por el mundo, te recordará el nombre del hombre 10. I promise!! Muacs
ResponderEliminar¡Fuíste tú la que le pusiste ese nombre de "Hombre 10!
EliminarCuando vuelvas de ese paseíto tan breve que vas a dar por Asia (si total Myanmar está prácticamente al ladito), ya me recuerdas cómo se llama.
Muchas gracias por tu comentario desde esa parte de mundo y a la vuelta ya nos cuentas.
¡Kisses, pretty!