Dicen que lo imposible sólo tarda un poco más o que todas las cosas son imposibles mientras lo parecen, pero de lo que no hay duda es de que no se puede decir que algo es imposible si no se intenta.
Y esto es lo que hacen con todas sus fuerzas todos y cada uno de los protagonistas de la película (adultos y niños), intentar hasta la extenuación salvar sus propias vidas y las de los seres que quieren.
Está dirigida por Juan Antonio Bayona y basada en una historia real de una familia víctima del tsunami acaecido en el sudeste asiático en 2004. La interpretación principal corre a cargo de Naomi Watts, insuperable, y Ewan McGregor, mejor imposible.
De principio a fin te tiene el corazón en un puño y confieso que no pude parar de llorar hasta el final.
Resulta dramático escuchar decir al niño mediano de siete años, cuando su padre le pide que ayude su hermano más pequeño de tan sólo cinco, "es que yo nunca he cuidado de nadie, papá".
No me pasaron desapercibidos detalles como esa hoja del libro que se desprende ya en el avión y en la piscina como preludio de una brisa extraña, esos bichitos que anuncian que hay vida tras el tsunami o esas manos que intentan cogerse en un momento de desesperación y de repente se separan.
Se destacan valores como que el dolor une a las personas, pero también la insensibilidad de algunas poco solidarias que incluso en momentos extremos no son capaces de prestar su teléfono para hacer una llamada.
La película no te deja indiferente; es más, he leído recientemente que el día de su estreno, en las salas de cine, llegó a provocar desmayos por la angustia y estupor que provocan algunas imágenes.
Así, que quien no quiera padecer, le aconsejo que no la vea, porque es una película realmente estremecedora, aunque el momento final, en el avión, me parece maravilloso.
Termino con el momento del reencuentro de Lucas, el niño mayor, con sus hermanos pequeños que le gritan desesperadamente (es de lo más conmovedor), y luego con su padre (es de lo más emocionante):
Así, que quien no quiera padecer, le aconsejo que no la vea, porque es una película realmente estremecedora, aunque el momento final, en el avión, me parece maravilloso.
Termino con el momento del reencuentro de Lucas, el niño mayor, con sus hermanos pequeños que le gritan desesperadamente (es de lo más conmovedor), y luego con su padre (es de lo más emocionante):
¿De sufrir, no?
ResponderEliminarPerdona que haya tardado en contestarte. Lo siento porque, además, siendo tan breve ;-) no caigo en quién eres...
EliminarPues sí, yo sufrí viéndola. En esta película se hace patente lo de que la realidad supera muchas veces la ficción, pues lo que se ve es lo que realmente pasó, es la vida misma, la furia de la naturaleza, infinitamente más poderosa que el hombre.
Para que luego no la cuidemos como merece y nos preocupemos por ella...
Besos para ti, "Anónimo", y gracias por visitar el Blog.
Chelo