Lo que os voy a contar es "tan cierto como el aire que respiro" (como decía una canción de misa cuando iba al colegio, que comenzaba con "Dios está aquí...").
Veréis, hace muchos años encargué unos armarios a medida para mi casa. El día que vinieron a montármelos (recuerdo que era después de comer y que el montador era alto, ojo al dato...), en el preciso momento en que el chico estaba colocando todo en su sitio, el teléfono móvil me avisó de que había recibido un mail.
Como soy curiosa me faltó tiempo para leer su título, que era: "Chelo, escapémonos".
El mail era de los más el más bonito que he recibido en mi vida, dicho sea de paso (y por si también sóis curiosos os diré que no me escapé).
Empecé a temblar y ya no atendía a razones del pobre chico que me decía "A ver, señora, ¿dónde quiereS que Te ponga los pomos y las manecillas?".
Recuerdo perfectamente que en ese momento pensé: "¿¿¿señora???, mira chaval, esto te lo paso, pero que me interrumpas mientras estoy leyendo un mail que puede que me lleve a la luna, no. Así que date aire que a mí los mails me gusta leerlos a lo grande, en el ordenador").
Pero le contesté con educación: "¡Ah, claro! los pomos...esto...donde quieras, si total no importa...".
Hoy tengo todos los pomitos de cajones y las manecillas de las puertas donde ni me gustan ni llego (ya os dije que él era alto).
Este era el ejemplo nº1 (y real como la vida misma) del poder de las palabras...escritas.
Vayamos al nº2.
Los viernes después de comer suelo ir a comprar para toda la semana. Ayer, en pleno proceso de compra y con el carro todavía vacío empiezo a recibir un montón de mails en el móvil.
No pude resistirme a mirar de qué se trataba (¿os dije ya que soy curiosa?), y leo: "Carmen Pinedo (¡de nuevo tú, Carmen!, ¡qué bonita la coincidencia, me encanta!) ha compartido "Palabras para Chelo" de Francisco Moroz (o algo así decía Google+).
Total, que ya no supe qué hacer con el carro de la compra, sólo quería marcharme a casa, ¡no iba a leer "Palabras para Chelo" en medio del supermercado!.
Compré poca cosa (excepto lo que necesitaba) y volé hacia mi ordenador, para leerlo como a mí me gusta, ¡a lo grande!.
Y qué emocionante fue el momento de abrir el post de Francisco, ver allí una 'estrella de la fama' con mi nombre y leer el poema que me dedicó (que, al final, me aprenderé), como regalo por mi tercer cumpleblog.
Como ya le dije en su blog Abrazodelibro: "
(...) Me siento inmensamente rica al tener un amigo como TÚ, un amigo que es capaz de emplear su tiempo y su gran talento en hacerme un regalo como éste , de valor incalculable para mí. No dudes que me lo llevo copiado (además de en el corazón) y pienso lucirlo más que orgullosa (aún no sé cómo pero pensaré la manera). (...).
Pues bien, aquí está.
Comparto con todos vosotros
MI estrella y MI poema:
viernes, 27 de noviembre de 2015
Palabras para Chelo
Para Chelo, que es una cajita de sorpresas, por su tercer año como bloguera entregada a la causa.
(Los amigos están para eso)
De corazón danzaré contigo tras la lluvia,
y pisaré los charcos con la ilusión del niño.
Esperanzado miraré hacía arriba para ver las nubes,
te presentiré tras ellas como a sol de Mayo.
Acariciadora eres con tu nombre propio,
como la brisa mañanera que refresca el rostro.
Con tu cuerpo estrechado en imaginado abrazo,
te intuiré como adagio, como arpegio hermoso.
Al indefinido esbozo de tu bocetado rostro,
le pondré sonrisa y luminosos ojos.
Tiempo pasajero de añorada ausencia,
retazo juvenil de recordada esencia.
Liviana en palabras y amorosa en prosa,
verso consentido, colorida aurora.
Luminoso faro,
caja de sorpresas con celeste lazo.
Correré por tus renglones al encuentro,
te esperaré en el párrafo inicial de mis poemas.
Serás protagonista consentida de la historia,
el misterio y el final feliz del argumento.
En la amistad se basará la confianza,
de las cómplices risas por remotas ondas.
Y de cine será la aventura comenzada,
con reparto de lujo y en compañía grata.
Derechos de autor: Francisco Moroz
Un poema como el de mi amigo Francisco y una 'estrella de la fama' propia, bien valen una nevera vacía y un corazón contento.
Éste es el poder que tienen las palabras (en este caso escritas) o, al menos, el que ejercen sobre mí.
¡¡ M I L G R A C I A S D E N U E V O F R A N C I S C O !!