13/12/2019

El viaje a...


Barrio de Arashiyama

Hay quien habla del amor de su vida o del verano de su vida... Yo lo haré del viaje de mi vida. 

Fue en agosto cuando puse rumbo hacia  J a p ó n  en un vuelo que duró unas doce horas y en el que me permití pedir agua a una persona que vi pasar con uniforme. Para mi sorpresa resultó ser el copiloto  😅

Lo que hoy pienso del país nipón se puede sintetizar en esta frase: una delicia para todos los sentidos.

Para el de la vista, las luces de Osaka de noche, la panorámica de Tokyo desde la Skytree, el horror de Hirosima, la belleza de la pagoda de Asakusa o el imponente Buda en Kamakura. O simplemente observar cómo los japoneses hacen fila para acceder al metro. Un regalo para los oídos la música de las estaciones y el silencio en los vagones (o duermen, o miran sus teléfonos). 

Degusté los tonkatsu (cerdo empanado), los takoyakis (bolitas de pulpo) o los pastelitos mochi, y menudo aroma el del mercado Nishiki, en Kyoto, con puestos de encurtidos, pescados y especias.

Y queda el tacto. Si bien fue una sensación inigualable dormir sobre tatami (esteras que recubren el suelo) en un Ryokan (típico alojamiento japonés), os contaré que una tarde lluviosa tomé "prestado" un paraguas en una tienda para llegar a un estudio en Arashiyama. Allí dos japonesitas me llevaron a un salón donde dejaron mi cara y nuca (símbolo de sensualidad para ellos) como un lienzo en blanco. «Close your eyes, open your eyes», decía una.

Elegí un vistoso kimono y me calcé unas sandalias de madera con unos tabi (calcetines que separan el dedo gordo del pie). La sesión de fotos fue el colofón. Ahora con sombrilla, ahora con abanico... 

Cuando mi book estuvo listo, mis yenes estaban torpes. Les ofrecí con ambas manos mi tarjeta bancaria (siempre hay que hacer todo así), pero esperaron a que resolviera mi problema. 

Al salir ya no llovía. Dejé en otra tienda el paraguas y caminé, feliz, hacia el hotel. 

De vuelta a España sufrí jet lag... pero esta vez de melancolía.


349  palabras



Pagoda en Nikko

Ryokan con tatami
Gran Buda de Kamakura


Skytree de Tokyo
Yo, vestida de geisha
Cúpula de la bomba atómica de Hirosima

Barrio del Pontocho


*He publicado este post para poder participar en la propuesta de mi querida bloguera Myriam (¡gracias por la invitación!).
El viaje da para miles de palabras, pero me he de ceñir a las normas y dejarlo en trescientas cincuenta.
Como me queda mucho por contar y mostrar, igual más adelante sigo escribiendo sobre el que ha sido el viaje de mi vida. Hasta el momento...


11/12/2019

Disponte, respétate, inspira





No te preocupes,
ocúpate.

Ocupa tu tiempo,
ocupa tu espacio,
ocupa tu mente.

No te desesperes,
espera.
Espera que las cosas se calmen,
espera que el tiempo acomode,
espera que la rabia se borre.

No te indispongas,
disponte.
Disponte de buenas palabras,
disponte de buenas vibraciones,
disponte siempre.

No te canses,
descansa.
Descansa tu mente,
descansa tus piernas,
descansa de todo.

No te subestimes,
respétate.
Respeta tu calidad,
respeta tus valores,
respeta tus virtudes.

No te tortures, aguanta.
Aguanta con paciencia,
aguanta con aceptación,
aguanta con tolerancia.

No te presiones,
impresiona.
Impresiona por la humildad,
impresiona por la sencillez,
impresiona por la elegancia.

No te trabes, trabaja.
Trabaja tu humanidad,
trabaja tus frustraciones,
trabaja tus virtudes.

No conspires,
inspira.
Inspira personas,
inspira talentos,
inspira salud.


*El autor es Bruno Pitanga,
 doctor en neuroinmunología, neurocientífico, profesor universitario y pensador.
Me ha gustado tanto que lo he querido compartir con vosotros.