Así empieza esta turbadora novela de Javier Gimeno, de quien he leído que es un diplomado en biblioteconomía y documentación, que trabaja en el metro de Madrid y cuya gran pasión es escribir cuando el tiempo se lo permite.
Habiendo resultado ganador de algún premio en relatos cortos, se decidió con algo más largo y, de ahí, esta novela.
Habiendo resultado ganador de algún premio en relatos cortos, se decidió con algo más largo y, de ahí, esta novela.
Para mi fue un placer que me la enviara invitándome a reseñarla, cosa que tuve a bien y que aquí os traigo.
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Primeramente confesaré que empecé la novela muy motivada por varias cosas: el ofrecimiento de Javier Gimeno
(es la primera vez que recibo uno), las primeras líneas de la misma
(las habéis podido leer al inicio), el hecho de que no fuese muy larga
(no llega a 200 páginas), así como que se encontrara dividida en muchos
capítulos. Todo ello me satisfizo mucho.
Lo
que, de entrada, no me gustó tanto (repito, de entrada) es que, en cada
capítulo, la acción fuera dando saltos en el tiempo ni tampoco la
cantidad de personajes que iban apareciendo en escena, pues estas
"particularidades" (que, a la postre, resultaron ser las que hacen atractiva y diferente esta novela), me dificultaban 'conectar' y procesar todo lo que iba leyendo.
Sin embargo, había algo que me impedía rendirme y soltarla. Así que, tan pronto conseguí cogerle las riendas como si de un caballito desbocado se tratara, mi deseo de llegar a la meta o desenlace, era directamente proporcional al lío que, en un principio, tenía montado en mi cabeza.
Y cuando llegué ¿sabéis qué hice? volví a empezar su lectura con más ganas aún de galopar en ella, esta vez observando más lo que me encontré por el camino, o sea, acabando de perfilar personajes, trama y sensaciones. La ruta me resultó asombrosa, por lo bien diseñada que estaba y por lo ensambladas que resultaron estar todas las piezas.
En cuanto al lenguaje, se caracteriza simplemente por ser corriente, por su sencilla prosa ausente de complicadas construcciones y sin más tecnicismos que los estrictamente necesarios.
La sinopsis está en internet, pero no me agrada lo de copiar y pegar las escritas por el propio autor o por otros.
Por tanto, en palabras mías viene a decir que estamos ante una historia que evidencia cómo el ser humano puede llegar a descender a lo más ruín y tocar fondo, así como llegar a lo más alto y sentirse glorioso, siendo esto tanto su desdicha como su riqueza.
También en la sinopsis se hace referencia a que el lector puede verse abocado a tomar partido por determinados comportamientos, erigiéndose así en juez de los hechos, algunos terribles, que van sucediendo.
Por tanto, en palabras mías viene a decir que estamos ante una historia que evidencia cómo el ser humano puede llegar a descender a lo más ruín y tocar fondo, así como llegar a lo más alto y sentirse glorioso, siendo esto tanto su desdicha como su riqueza.
También en la sinopsis se hace referencia a que el lector puede verse abocado a tomar partido por determinados comportamientos, erigiéndose así en juez de los hechos, algunos terribles, que van sucediendo.
Hubo algunos pasajes que me escandalizaron un poco, por qué no decirlo. Transcribiré algunas frases que no son ni las más fuertes ni las más brutas:
-"una ráfaga de exceso de plomo le sacudió; sus tripas salieron de su interior. Madre e hijo contemplaron la dramática escena."
-"el olor que él tenía metido en su pituitaria, el olor a muerte".
-"una ráfaga de exceso de plomo le sacudió; sus tripas salieron de su interior. Madre e hijo contemplaron la dramática escena."
-"el olor que él tenía metido en su pituitaria, el olor a muerte".
Pero
estoy aprendiendo gracias a una querida bloguera a leer y ver la
violencia en las novelas y películas, respectivamente, como un elemento
más sin el cual la trama, quizás, estaría exenta o escasa de contenido, o
sin el cual algunos hechos no resultarían tremebundos. Al fin y al cabo
no deja de ser ficción.
Y es esta violencia la que, en el caso que nos ocupa, desencadena una preparadísima venganza por parte de Daniel. Que te inflijan un daño irreparable a ti o a los tuyos saca la bestia que todos llevamos dentro, y como dijo el escritor argentino José Narosky: el daño físico lastima pero el espiritual desgarra. Aquí en la novela asistimos a ambos.
¿Quién es Daniel? Es el marido de Nora. Para mí, aunque intervengan muchos más personajes (algunos, "escoria humana" en su opinión precisamente), el principal es él.
Es una persona con un pasado imposible de olvidar; con un presente que, pudiendo ser de cuento de hadas al lado de su enamorada esposa, se torna un infierno del que no voy a desvelar nada; y con un futuro bastante prometedor en lo que se refiere a lo material, pero muy 'conformado' o resignado (es ésta la sensación que me dio) en cuanto a lo personal.
Baste decir que la visión que de él tenían algunos era la de ser una persona joven arrollada por la misma vida.
A mí me gustó especialmente el Daniel pequeño que se plantea que "su madre no estaba 'así' porque le hubiese pasado algo a su padre, ni porque pensara que se había ido a comprar tabaco, como el padre de Lucas".
El Daniel consciente de que "con el póker algo se había desajustado en su cerebro y se había precipitado al vacío".
El Daniel enamorado que pregunta:
De soslayo se toca el tema de la amistad con Miguel por una parte, y con Alfredo por otra.
Es importante la relación que traba con este último, que es un 'as' (válgame la expresión por lo que tiene aquí de apropiada) jugando al póker. De ahí que se oiga en la novela varias veces el vocablo "All in" que se usa en este juego y que da título a la misma.
Pese a todo lo dicho, no vayáis a pensar ni que Daniel es un santo ni que la temática principal es el póker.
Lo que sí podéis creer es que con esta novela de Javier Gimeno que recomendaría, he hecho un ejercicio mental fuera de lo que me tienen acostumbrada otras lecturas y he aprendido, además de alguna que otra jugada de póker, que fue Dante quien dijo la frase (lacerante pero certera frase) que figura en la imagen de abajo (y que la madre de Daniel quiso que nunca olvidara).
Es importante la relación que traba con este último, que es un 'as' (válgame la expresión por lo que tiene aquí de apropiada) jugando al póker. De ahí que se oiga en la novela varias veces el vocablo "All in" que se usa en este juego y que da título a la misma.
Pese a todo lo dicho, no vayáis a pensar ni que Daniel es un santo ni que la temática principal es el póker.
Lo que sí podéis creer es que con esta novela de Javier Gimeno que recomendaría, he hecho un ejercicio mental fuera de lo que me tienen acostumbrada otras lecturas y he aprendido, además de alguna que otra jugada de póker, que fue Dante quien dijo la frase (lacerante pero certera frase) que figura en la imagen de abajo (y que la madre de Daniel quiso que nunca olvidara).