No es que haya estado mes y medio de vacaciones, ni mucho menos...
Es que hasta ahora me ha sido materialmente imposible sentarme a escribir.
Y he de reconocer que he echado mucho de menos este mundito, tanto escribir en mi blog, como leer y comentar en los vuestros.
Como lo bueno se acaba (y lo malo también, faltaría más), aquí estoy.
¡¡¡¡¡¡HOLA DE NUEVO A TODOS!!!!!!
He querido aprovechar este primer post postvacacional para contaros algunas de las cosas que me han sucedido este verano.
¿Habéis subido alguna vez a algún tren turístico? seguro que sí.
¿Ha embestido alguna vez un tren turístico vuestro coche? seguro que no.
Pues a mí sí, como lo leéis...El día antes de mis vacaciones estaba estacionada enfrente del chalet de mi hermana, y de repente, oigo un gran ruído y revuelo en la calle.
Salgo y me encuentro con que un trenecito de esos me había rascado todo el lateral del coche, me había reventado la rueda trasera y roto el retrovisor.
El conductor me decía que él no había sido y los pasajeros, ojipláticos, se tiraban las manos a la cabeza mirando los desperfectos de mi coche.
Fuí corriendo en busca de un policía que estaba en un punto cercano, y al que casi llevo literalemente del brazo hasta el lugar de los hechos y, mientras el chófer decía: "oiga, que me he de ir, que tengo que seguir transportando gente", y el policía le respondía: "usted no se mueve de aquí hasta que yo le diga", otro trenet que venía a toda prisa arrolla el coche de mi cuñado, también aparcado en la puerta de casa (¡a la espera de que retiraran un vehículo que estaba estacionado en su vado!). Porque no era momento de bromas, sino le grito lo de ¡cuñaooooooo!
Os puedo asegurar, ya que no hablo de películas hoy, que la escena fue de película, y diría que de las de ficción, vamos.
Al pobre policía se le amontonaba la faena y solicitó refuerzos, llegando en seguida una patrulla.
Mi hermana, en plan colaborador, decidió llamar al seguro y no tuvo otra ocurrencia que decir:
-"Buenas tardes, mire, que nos han arrollado unos trenes...
-Por el amor de Dios, señora, dígame ¿han habido muertos?" le preguntaban al otro lado del teléfono.
No es caso de broma, pero es que mi hermana no estuvo muy fina que digamos.
Y no os sigo contando porque la batalla entre los seguros (nuestros y los de los dichosos trenets) resultó ser una odisea difícil de olvidar.
Así que, haciendo gestiones y papeles, empecé mis vacaciones. Y paciencia me sobró para aguantar todo el mes sin vehículo.
Por supuesto, ahora me queda soportar la guasa cada vez que vemos uno de esos trenecitos:
-"¿Qué? ¿te apetece dar una vueltecita?"
Por otro lado, una antena de esas de internet en la azotea de mi finca (en un lugar que a nadie molesta y cuya existencia yo ignoraba), contratada por un par de vecinos, hizo que yo, que soy como una balsa de aceite excepto cuando me enfado mucho muchísimo, me pillara un cabreo tan grande como una plaza de toros. Y nunca mejor dicho, luego me entenderéis...
Que si yo, como Secretaria de la Comunidad de vecinos, sabía que estaba ahí la antena (¡ni que me paseara por el tejado todos los días o fuera un guardia jurado controlador de antenas!), que si yo estaba "compinchada" con los dos vecinos que se la instalaron, que si los vecinos, a su vez, estaban "compinchados" con el instalador, que ya se sabe que eso se paga muy bien...¡por favor! la gente ha perdido el norte y busca corrupción hasta entre vecinos, Presidentes y Secretarios de comunidades.
Convoqué rápidamente una reunión extraordinaria y confieso que me puse un poco bravita, aunque se me rompiera la voz en algunos momentos.
Puse los puntos sobre las "íes", y lo digo con mucho orgullo porque todo el mundo estuvo de acuerdo con lo que dije (y hasta me llevé un aplauso final).
Tras el mismo, y a pesar de que todo resultó ser habladurías de un único vecino, anuncié que, después de nueve años al frente de la comunidad con mucha dedicación, renunciaba a seguir porque me parecía tremendamente injusto y porque mi paciencia ya no alcanzaba a tolerar faltas de respeto, ni que se pusiera bajo sospecha que soy una persona íntegra.
Cuando se acabó la reunión, mi hermana que en ese momento llegaba, vió salir del edificio a Vicentica, una vecina ya de cierta edad que, cogida del brazo de su marido, le iba diciendo respecto a mí:
-"ah pues... torera, torera...".
Y así acabé mis vacaciones, esta vez con el traspaso de poderes papeles.
Y aunque todo esto con el tiempo quedará como algo anecdótico y que, de hecho, no ha impedido que disfrutara muchísimo del verano saliendo con mis amigos, cierto es que la vuelta al trabajo y mi reencuentro con mis viejos y archiconocidos "papeles", esta vez han sido realmente muy gratos, al igual que retomar por aquí mis trabajitos pendientes ;-)