Maruja iba a perder el tren si esperaba a que fermentara
la masa que había preparado con esmero para hacer los panecillos de San
Martín de Porres. Se acercaba la festividad de este santo y se había
comprometido con las monjas Dominicas a las que, altruistamente, ayudaba
desde que se produjo aquella iconoclasia en algunas imágenes de su Iglesia.
Las pobres vivían atemorizadas y Maruja bien que lo sentía, pero ese día se había comprometido con su hija Marga en ir a su casa para cuidar de su nieta ya que le tocaba trabajar de enfermera en el turno de noche. Desde que Marga se separó necesitaba que le echara una mano con la pequeña.
Pensó que lo ideal sería dejarle una notita a Marcial, su marido, sugiriéndole que cuando llegara a casa después de trabajar, dado que la pasta ya estaría lista, hiciera con ella unos cien panecitos, los colocara en una bandeja y metiera ésta en el horno; que los dejara cocer durante 45 minutos a una temperatura de ciento ochenta grados y que, después, sacara la bandeja del horno, pudiendo ya dar por finalizada la tarea.
Marcial cuando llegó vio la nota y, con su mejor voluntad, se aseó un poco y se puso manos a la obra haciendo cuarenta y cinco panecitos, cociéndolos durante 180 minutos a una temperatura de cien grados.
Cuando Maruja volvió a casa la mañana siguiente, después de que su hija regresara de trabajar toda la noche, notó que olía a quemado mientras subía las escaleras y, a medida que se iba acercando a su vivienda, el olor se iba haciendo más insoportable.
Abrió la puerta de casa con sumo cuidado y, de puntillas, se fue acercando a la cocina. Intuía que Marcial aún estaría acostado pero ella no iba con cautela por no despertarle, sino porque se temía lo peor.
Se quedó de pasta (pero esta vez de boniato) cuando vio la cocina, el horno, la bandeja....y lo que se suponía que eran los panecillos.
335 PALABRAS
*Presentado a concurso en la Comunidad Relatos Compulsivos, teniendo que usar las palabras:
tren, fermentar e iconoclasia. Máximo 350 palabras (obtuve la 6º posición de 15).
Las pobres vivían atemorizadas y Maruja bien que lo sentía, pero ese día se había comprometido con su hija Marga en ir a su casa para cuidar de su nieta ya que le tocaba trabajar de enfermera en el turno de noche. Desde que Marga se separó necesitaba que le echara una mano con la pequeña.
Pensó que lo ideal sería dejarle una notita a Marcial, su marido, sugiriéndole que cuando llegara a casa después de trabajar, dado que la pasta ya estaría lista, hiciera con ella unos cien panecitos, los colocara en una bandeja y metiera ésta en el horno; que los dejara cocer durante 45 minutos a una temperatura de ciento ochenta grados y que, después, sacara la bandeja del horno, pudiendo ya dar por finalizada la tarea.
Marcial cuando llegó vio la nota y, con su mejor voluntad, se aseó un poco y se puso manos a la obra haciendo cuarenta y cinco panecitos, cociéndolos durante 180 minutos a una temperatura de cien grados.
Cuando Maruja volvió a casa la mañana siguiente, después de que su hija regresara de trabajar toda la noche, notó que olía a quemado mientras subía las escaleras y, a medida que se iba acercando a su vivienda, el olor se iba haciendo más insoportable.
Abrió la puerta de casa con sumo cuidado y, de puntillas, se fue acercando a la cocina. Intuía que Marcial aún estaría acostado pero ella no iba con cautela por no despertarle, sino porque se temía lo peor.
Se quedó de pasta (
335 PALABRAS
*Presentado a concurso en la Comunidad Relatos Compulsivos, teniendo que usar las palabras:
tren, fermentar e iconoclasia. Máximo 350 palabras (obtuve la 6º posición de 15).