¿Puede un ser humano amar a una máquina?
Esta es la pregunta que te sugiere HER, una película del director Spike Jonze, totalmente distinta a todas, aunque el tema de fondo es de lo más común, pues trata el sufrimiento de Theodore, un chico moderno y muy sensible, cuya profesión es escribir cartas modélicas intentando aliviar o
solucionar asuntos afectivos de otros. Sin embargo, hay algo que no puedo soportar, y es su propia soledad a causa de su separación.
Es entonces cuando inicia un idilio con una
mujer virtual, Samantha, que es una chica simpática, inteligente, divertida, comprensiva, que él intuye atractiva, pero que no existe, que es intocable, que está programada porque es un software que él puede activar y desactivar a su antojo.
Scarlett Johansson es quien pone voz a Samantha.
Podría entenderse, como mucho, el hecho de que un@ pueda enamorarse de una voz, pues la voz es algo que da espacio a la fantasía, pero de ahí a establecer una relación sentimental con un ente virtual...
Yo me llegué a plantear si en un futuro se podrían dar este tipo de relaciones.
Al igual que nuestros tatarabuelos no serían capaces de imaginar en sus tiempos algo tan habitual, hoy, como "chatear" por teléfono, quién dice que dentro de un montón de generaciones no se dé el caso de escuchar, como en la película, cosas como "es que estoy saliendo con X; es un sistema operativo". Para volvernos locos, vamos... Comentando esto, alguien me hizo la reflexión de que normal que muramos antes de ver cosas como ésta, porque no lo entenderíamos.
También me llamó la atención que hasta las máquinas, antes de irse o dejar ir, antes de terminar lo que fuera que tuviesen, se toman un momento para decir adiós (qué menos, después de todo...), tal y como también se afirma en otra película publicada en este Blog (bajo el título UNA DE AVENTURAS, en septiembre de 2013), LA VIDA DE PI, que si reléeis, veréis como ya en su día fue una de las frases que más llamaron mi atención: "creo que al final, toda la vida es un acto de dejar ir, pero lo que más duele es no tomar un momento para decir adiós".
También me llamó la atención que hasta las máquinas, antes de irse o dejar ir, antes de terminar lo que fuera que tuviesen, se toman un momento para decir adiós (qué menos, después de todo...), tal y como también se afirma en otra película publicada en este Blog (bajo el título UNA DE AVENTURAS, en septiembre de 2013), LA VIDA DE PI, que si reléeis, veréis como ya en su día fue una de las frases que más llamaron mi atención: "creo que al final, toda la vida es un acto de dejar ir, pero lo que más duele es no tomar un momento para decir adiós".
Sin embargo, loco se vuelve Theodore cuando pierde la conexión con Samantha aunque sea por espacio de tan solo unos minutos.
Y también cuando mantiene con ella la siguiente conversación:
Theodore: ¿Estás
enamorada de alguien más?
Samantha: ¿Por qué
preguntas eso?
Theodore: No lo sé. ¿Lo
estás?
Samantha: He estado
pensando cómo hablarte de esto...
Theodore: ¿De cuantos
otros?
Samantha: De 641.
¡Me pareció buenísimo! Está claro que lo que pretende el director es dejar las cosas a la imaginación, y de lo que yo no tengo ninguna duda es que la química no es algo que pueda traspasar una pantalla de ordenador u otra máquina.